Capítulo 14

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Termino de cenar en silencio. No me han preguntado porqué estoy callada y menos mal, porque no sabría qué responder. Durante la cena solo Elías se ha estado quejando con mi madre de lo atrasados que vamos en cuanto al arma. Mi padre se nota que está cansado del tema y ha permanecido en silencio junto a mí. En algunos momentos compartimos miradas cómplices. Pero en cuanto termino, subo a mi habitación.

Mis padres deben de pensar que me he ido a dormir enseguida. Stefan no dijo ninguna hora concreta, así que esperaré a que mis padres se hayan ido a la cama. Tras un buen rato escucho a mi familia subir y entrar a sus habitaciones.

Me levanto de la cama y me pongo una sudadera granate por encima del pijama de pantalones cortos que ya llevaba y decido salir por la ventana de mi habitación. Para una mujer loba no es difícil saltar desde una elevada altura.

La brisa fría me golpea el rostro y me estremezco un poco. En ese momento me pone más nerviosa lo que me espera, pues casi no me había parado a pensarlo. Está claro que Enzo Filtrian quiso que yo pensara que él era el señor Connor, pero ¿por qué? Supongo que ahora lo descubriré.

Por suerte mi casa no está lejos del bosque. Stefan dijo que Enzo sabría encontrarme así que solo me adentro un poco, esperando escuchar algún indicio de su presencia. Espero cinco minutos, luego diez, que se convierten en quince y luego en veinte. Cansada de esperar de pie decido sentarme en una roca. Tal vez no fue la mejor decisión pues de repente algo hace que un árbol bata sus ramas y me caen hojas. Parecen normales, hasta que empieza a arderme toda la piel. Gemidos de dolor salen de mi boca. Las ramas solo han tocado mi cara y mis manos, pero duele cantidad. De pronto alguien ha llegado junto a mí. Trato de alejarme de él, pero... me está ayudando.

El hombre se deshace de las ramas que yo no puedo ni tocar. Por fin consigo abrir los ojos y doy un paso hacia detrás inconscientemente al ver quien es.

- Tú -murmuro.

Me mira y luego posa los ojos en las hojas que tiene en las manos y lo huele- Acónito.

- Has sido tú, lo has puesto tú -frunzo el ceño.

- ¡Si te estaba ayudando! -se queja y tira las hojas al suelo.

- Solo tú sabías que venía -lo acuso con la mirada y da un paso hacia mí.

- Alguien más ha debido de descubrirlo -permanece pensativo en su lugar- Me pregunto qué quiere ese alguien de ti.

- No importa, ¿por qué me querías ver? -me cruzo de brazos desconfiadamente.

Se mueve de tal manera que la luz de la Luna alumbra su rostro tan perfecto. Así son los vampiros, se embellecen al convertirse para atraer presas.

- ¿Estás enfadada conmigo? -sonríe levemente.

- ¿Por qué me hiciste creer que eras el señor Connor? -pregunto sin rodeos.

- Una pregunta por otra -sonríe divertido y luego suspira- Digamos que así se me presentó y lo aproveché.

- ¿Aprovechaste? -estoy confusa.

- Para conocerte mejor -dice casi en un susurro.

- ¿Y por qué me querría conocer el rey de los vampiros? -doy un paso hacia delante para demostrar que no le tengo miedo.

Se encoge de hombros- Quería saber quien era aquella persona medio humana, medio sobrenatural de la que tanto se habla.

Suspiro divertida- Nadie habla de mí.

- Te sorprendería -eso me borra la sonrisa, ¿quién podría hablar de mí?- No debes de temerme.

- No te tengo miedo -aseguro.

Las garras de mi enemigoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora