Al despertar el sol nos da en la cara a todas, así que nos despertamos a la vez. Nos sentamos en los colchones y bostezamos también a la vez, por lo que nos reímos.
- Buenos días -sonrío abriendo los ojos.
- Buenos días -responde Gisela con voz ronca.
- Casi se me había olvidado que Dani me pidió bailar -sonríe Lía desperezándose y Gisela y yo nos miramos sonriendo y negando con la cabeza- No os burléis, Gisela, tú bailaste con Will.
Gisela parece sonrojarse y yo me río. Me gusta verlas así. Esto es ser normal. Ir a una fiesta y dormir con mis amigas, no pasarlo mal una noche de cada mes rompiéndome los huesos.
- Al final no nos contaste qué quería Caleb -dice Gisela mirándome de pronto y suspiro.
- Es verdad, dinos porqué estaba tan raro -Lía arruga la frente e insiste en que lo cuente, así que lo hago.
- Estaba hablando con David y apareció diciendo que le oculto un secreto o algo así -me encojo de hombros, pero en realidad me pone triste no poderles decir a mis amigas mi gran secreto para que lo entiendan mejor.
Pero no puedo.
- ¿Estaba celoso? -pregunta Lía como posibilidad.
Aunque no lo había pensado así, me lo planteo unos minutos- No creo, es un pesado. Está claro que no quiere ser mi amigo desde... hace mucho tiempo -asiento y ellas me miran.
- Él se lo pierde -dice Gisela encogiéndose de hombros.
- Pero que te besara antes de que te fueras del pueblo... es extraño -murmura Lía pensativa. Me viene el recuerdo de golpe, pero no quiero pensar en eso.
- Da igual, ahora es una nueva Keila y ayer hablabas animada con David -empieza Gisela maliciosa, suspiro y sonrío.
- Literalmente lo acabo de conocer -sonrío.
- Mentira, lo conocías de antes -sonríe Lía- Pero mira como han cambiado las cosas desde que has vuelto.
- Supongo que ya veremos -alzo una ceja- Sin embargo tú bailaste con Will. Después con... ¿quién era ese?
Lía mira a Gisela extrañada y ella se encoge de hombros- Uno muy majo, me pidió bailar muy caballeroso. Se llamaba Stefan, no sé quién es, pero me dijo que es nuevo en el pueblo.
Enseguida entran mis padres. No sé de dónde vienen ni a dónde se fueron anoche. Supongo que trabajaron. Bajamos a desayunar con ellos.
- Hola chicas -saluda mi madre con una sonrisa. Mi padre también sonríe asintiendo.
- Hola -estudio sus expresiones, pero son extrañas- ¿Está... todo bien?
- Claro, cuando tus amigas se vayan, hablaremos -dice mi madre, pero mi padre solo frunce el ceño y se va rápido a su habitación.
- ¿Quieres desayunar con nosotras? -le pregunto a mi madre.
- Claro, contadme cómo van esas fiestas -se sienta en un taburete y sonríe. Siento que puedo respirar y que las cosas no están tan mal.
- Parece que estamos viviendo una vida adolescente normal -sonrío.
- Bailar, vestirnos con brillantes, hacer fiesta de pijamas... todo está perfecto -Lía no puede esconder su emoción.
- Uf, ojalá yo volviera a las fiestas -suspira mi madre sonriendo.
Mis amigas se van hacia el mediodía, lo que me da pase libre para preguntar a mis padres qué los demora tanto estos días. Mi padre no quiere bajar de su habitación, pero le puedo preguntar a mi madre. Al fin y al cabo también ella es mujer loba.
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Las garras de mi enemigo
Hombres LoboKeila es una adolescente que tras unos años vuelve a su pueblo de nacimiento. Se reencuentra con sus mejores amigas, pero ya no es como antes. Algo ha cambiado. Ella ha cambiado. Mientras vive de las experiencias básicas de una adolescente normal, s...