Me siento fuerte cuando me levanto. La herida ha dejado una cicatriz en un lado de mi vientre. Es bastante grande, pero no me importa. Toda esta situación no me pone triste, sino que me da rabia. Si ha aparecido una de esas sombras encapuchadas por la calle, puede aparecer en cualquier parte. Pero lo peor de todo es que un humano normal no sabe matarlo. En un principio no atacan humanos, pero ayer podrían haberlo hecho lanzando ese coche.
Abro la puerta y bajo los escalones con cuidado de no hacer ruido. Me dirijo a la cocina en silencio, pero efectivamente no hay nadie. Deben de estar durmiendo o de búsqueda. Así que se me ocurre ir al instituto para proteger a mis amigas (y porque tengo un examen, pero mis padres eso no lo saben).
Subo a mi habitación a cambiarme y me pongo cómoda. Miro la hora y tengo tiempo de sobra, así que llego al instituto mirando por todas las esquinas. Un encapuchado puede aparecer en cualquier parte. Algunos alumnos me miran extrañados por mi comportamiento, pero no me importa.
- ¡Hey, Keila! -exclama quien parece ser Dani.
- ¡Hola, Dani! -trato de sonar lo más natural posible. Pero con más energía que nunca por alguna razón.
- No sabía que hoy vendrías a clase, Lía ha dicho que tuviste un accidente -no puedo abrir más los ojos. ¡Que Lía dijo qué!
- Emm n-no, estoy bien. Mírame, estoy perfectamente bien -sonrío.
De pronto aparece Rubén de algún lado- ¡Keila! Por fin.
Lo miro con cara de póker, porque no sé a qué se refiere- Hola, Rubén.
- Has estado desaparecida. Hasta el entrenador se ha preocupado, y nunca se preocupa por nadie -alza una ceja y sonríe de lado.
- Pero hoy estoy aquí -sonrío, pero no tarda en irse la sonrisa.
- Keila -murmura Gisela sorprendida.
- ¿Qué haces aquí? -pregunta Lía no muy contenta. Miro a los chicos y ellos me miran a mí confusa.
- Voy a hablar con mis amigas -finjo una sonrisa y desaparecen. Lía se cruza de brazos y Gisela da golpecitos con ese pie. No, no están contentas.
- Adivina donde deberías estar -Lía finge emoción- En casa, en una cama.
- ¿Y dejar que la sombra esa venga? No, gracias -niego con la cabeza.
- Para que lo sepas, la sombra esa precisamente te busca a ti -me acusa Gisela.
- ¡No es cierto! -lo pienso mejor- Bueno... más o menos.
Lía me mira desesperadamente- ¡Keila!
- ¡Lo siento! -suspiro- No pienso quedarme en casa encerrada o entrenando con Enzo. Quiero tener una vida normal en clase y protegeros. ¿Tan malo es?
Nos quedamos en silencio, pero Gisela murmura- No es malo, pero te pones en peligro.
Les muestro la cicatriz- Ya no estoy herida, ¿veis?
Pasan unos alumnos y se quedan mirando boquiabiertos la cicatriz, así que bajo la camiseta rápidamente.
- Bien -dice Lía casi susurrando- Pues vamos a clase, que llegaremos tarde.
Sonrío levemente y nos dirigimos a clase. Solo necesito pasar un día normal, al menos solo uno. Por suerte todo es tranquilo. Los profesores son igual de aburridos que siempre, pero no me siento mal, me sigo sintiendo con mucha energía. Por fin llega el recreo.
- Debería empezar a traerme un cojín -bosteza Lía y sonreímos.
- Oye Keila -Gisela llama mi atención- Si los vampiros son inmortales, ¿los hombres lobo también?
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Las garras de mi enemigo
Hombres LoboKeila es una adolescente que tras unos años vuelve a su pueblo de nacimiento. Se reencuentra con sus mejores amigas, pero ya no es como antes. Algo ha cambiado. Ella ha cambiado. Mientras vive de las experiencias básicas de una adolescente normal, s...