Capítulo 16

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Eso es justo lo que me faltaba. Las ganas que tenía de pasar más tiempo con Enzo y encima entrenando.

¿Es ironía?

¡Pues claro! Es un pesado arrogante que cree que tiene el poder allá donde vaya. Pues no pienso obedecer ninguna orden que me dé. Es una promesa a mí misma.

¿Y no la vas a romper por nada?

Absolutamente por nada. Solo mis padres tienen derecho a darme órdenes (y tampoco es que las cumpla siempre).

Al menos tendré a Elías entrenando. Solo espero que los vampiros no sean más fuertes o se la pasarán alardeando frente a todos. Por suerte no vamos a empezar todavía. Encima tengo exámenes la semana que viene, así que no tengo tiempo para pelearme con gente. La lluvia me ayuda a concentrarme, por lo que sin darme cuenta debo llevar horas y horas sin salir de mi habitación.

Alguien llama a la puerta de mi habitación- ¿Keila?

Es mi madre, así que le dejo pasar- Pasa, pasa.

Me ve el escritorio todo lleno de apuntes y yo con cara de estreñimiento y sufrimiento- Llevas encerrada todo el día.

- Siempre lo hago cuando tengo examen, mamá -bostezo.

- Tampoco eso es sano. Mírate las ojeras y los pelos -se acerca a mis cortinas y las abre- Parece que lleves en una cueva diez años.

Alzo una ceja- Gracias mamá, eres mi hater favorita.

- No sé que es eso de hater. Lo que sí sé es que tienes que comer algo, así que baja y arréglate los pelos -eso me hace abrir los ojos por curiosidad.

- Vaaale, ahora bajaré -suspiro poniéndome en pie y mi madre sale de la habitación- Claro, tú no cierres la puerta que ya lo hace sola.

Bufando cierro yo la puerta y después abro el armario para buscar ropa más decente y no el pijama todo arrugado que llevaba. Me arreglo los pelos de loca que me traigo y con apuntes en las manos bajo las escaleras un buen rato después del aviso de mi madre. Si había comida ya no quedará nada.

- No me entra en la cabeza -me quejo murmurando.

Escucho voces en el salón. Deben de ser mis padres y Elías comentando el tema del cazador. Es como si se hubiera absorbido. No se sabe nada de él ni de su localización ni de muertes desde hace mucho tiempo. Creo que la espera es lo que más locos nos vuelve.

Antes de unirme a ellos voy a la cocina y cojo unas galletas saladas de la encimera y un vaso de agua. Voy comiendo mientras miro los apuntes muy concentrada y salgo de la cocina para ir al salón.

Antes de entrar me tropiezo por ir mirando los papeles en lugar de el suelo. No me caigo, pero mis apuntes salen disparados. Suspiro pesadamente mientras me como una galleta y veo unas piernas frente a mí.

- Hola -murmura burlón Enzo Filtrain y no sé que cara de odio pongo que ensancha su sonrisa- ¿Vas a recogerlo o lo vas a dejar ahí?

Bufo mientras me agacho a recoger los papeles que han salido volando. Me pongo en pie casi de un salto y frunzo el ceño- ¿Qué haces aquí?

- Eh, relájate que no he venido por ti -alza una ceja y se dirige al salón. Voy tras él y mis padres nos miran al entrar.

Pero no solo nos visita Enzo, nuestro alfa también está al lado de la chimenea y muy serio. Al entrar me sigue con la mirada muy serio. Casi nunca no lo había visto, solo en la casa de los Connor y pocas veces más. No es un alfa que deje mucha marca que digamos.

- Keila Bodolf -dice él muy serio- Pronto harás el rito, te deseo la mejor de las suertes.

- ¿Eso es lo único que te dirá tu alfa? -pregunta Enzo casi en un susurro para que solo yo lo oiga y me sale una sonrisa divertida. Claro que reacciono en que me lo ha dicho Enzo, el que tan mal me cae, y la borro enseguida.

Las garras de mi enemigoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora