Sabiendo como es Enzo, diría que los entrenamientos son duros y estrictos. Pero si me pillan siendo sentimental diría que son lo mejor. Cada día me siento más fuerte. Incluso mis amigas se han dado cuenta de que ha aumentado mi fuerza. Claro que yo les digo que es por el rugby, cuyos entrenamientos son como un descanso en comparación. Sin embargo, no sé si me dará tiempo a controlar mi transformación para el rito. Es decir, cada vez lo llevo mejor, pero sigo necesitando cadenas porque a veces pierdo la conciencia y podría hacer cualquier cosa.
En un principio el rito lo tenía que hacer en mi 18 cumpleaños. A todos los hombres lobo les corresponde con la Luna llena (tal vez sea cosa de magia), pero así es, es un hecho sobrenatural. Aunque ahora que lo hemos adelantado tal vez podría ser peligroso. Nunca lo había pensado, es la primera vez que alguien hará algo así. Solo espero que no esté desafiando a la naturaleza o algo parecido.
He de decir también que Enzo es más soportable. Nos la pasamos discutiendo, pero al menos hemos encontrado algo en común: el bienestar de la gente.
Ahora mismo estoy entrenando. Escucho el ruido de la puerta del gimnasio abrirse y me giro. Es Caleb. Nuestra relación ahora mismo es muy extraña. Desde pequeños nos hemos gustado. No me trató bien y coincidió que me fui del pueblo. Nos odiábamos, pero cuando volví al pueblo la tensión había aumentado. Nos besamos más de una vez, pero no somos pareja ni somos nada. Descubrí que Enzo lo puede controlar, así que no sé qué cosas hizo porque quisiera y cuales por obligación. Cada vez que nos vemos la incomodidad aumenta y las palabras son prácticamente inexistentes. Nos quedamos mirando y Enzo carraspea detrás de mí.
- ¿Quieres que te traiga un café y una silla? -dice irónicamente.
- Solo un descanso -le digo sin mirarlo a los ojos y me bajo de la colchoneta.
- ¡Eh! ¿A dónde vas? -pero ya no escuchaba sus quejas a mis espaldas. Era momento de hablar con Caleb de una vez por todas.
Así que a paso acelerado me acerco hacia él. Su cara de confusión y de un poco de miedo se acentúan en su rostro.
- Tenemos que hablar -en lugar de pararme delante de él, salgo por la puerta esperando que me siga.
Así lo hace. Vamos fuera y cierro la puerta, como si eso pudiera evitar que Enzo nos escuchara... Me paro frente a él con los brazos cruzados y alzo la mirada no muy contenta.
- Esto no puede seguir así, Caleb -murmuro muy seria.
- ¿El qué? -pregunta inocentemente y eso aumenta mi enfado.
- Esto -nos señalo a ambos- ¿Qué se supone que es?
- No sé a qué te refieres, somos amigos -murmura frunciendo el ceño.
- No me vengas con esas, te aviso. Los amigos no se tratan de esta manera. Los amigos no se besan, no pasan del otro de repente, no esconden cosas ni desaparecen. Esta relación se ha vuelto muy tóxica -cada vez estoy más molesta y él lo nota.
Suspira pesadamente, y aparentemente arrepentido- Yo... no sé qué decirte. No puedo contarte todo lo que pase en mi vida. Me gustas y me es difícil alejarme de ti, pero al mismo tiempo es difícil estar juntos.
- ¿Y eso por qué? -su silencio me hace suspirar- Caleb, un día te quedabas conmigo mientras me transformaba, al otro me ignorabas, de repente aparecías en mi habitación y otro día me tratabas como si no me conocieras.
- Estando el amo en esta casa cambia las cosas -se limita a explicar y casi me río de impotencia.
- Será broma -pero no lo era- ¡Me importa un pimiento que Enzo te pueda controlar! Yo solo quería estar contigo y lo único que haces es fallarme.
ESTÁS LEYENDO
Las garras de mi enemigo
LobisomemKeila es una adolescente que tras unos años vuelve a su pueblo de nacimiento. Se reencuentra con sus mejores amigas, pero ya no es como antes. Algo ha cambiado. Ella ha cambiado. Mientras vive de las experiencias básicas de una adolescente normal, s...