Caminamos hacia el estacionamiento y a lo lejos se veía su camioneta negra, aquel vehículo que ya conocía perfectamente y que me traía ciertos recuerdos. Mientras caminamos hacia él me tensé al recordar con detalle la primera vez que me llevó a mi casa después de decirme que si era de las chicas que intentan acercase a él que lo olvidara.
<<En fin, su bipolaridad desde el día uno>>
—Sé lo que piensas —dijo detrás de mí—. Yo también recuerdo ese momento cada vez que subo a este coche.
Me quedé quieta mientras él pasaba por un lado para desactivar el seguro y abrir la puerta del copiloto, esperando a que subiera. Hice caso a su gesto y entré en el vehículo, me abroché el cinturón y Nicolás me sonrió para luego rodear la camioneta y subirse al asiento del piloto. Arrancó el auto y salimos del estacionamiento comenzando a recorrer las calles en medio del atardecer.
Miré por la ventana y pude noter que el cielo tenía un color gris así que busqué un botón o algo para poder bajar la ventanilla de mi puerta pero no lo encontré. Sin embargo, Nicolás que pareció predecir mi intención, presionó un botón encima de su radio y la ventanilla comenzó a bajar poco a poco.
Después de un largo rato en silencio Nicolás se dispuso a hablar.
—Quería pedirte disculpas —dijo, con la vista fija en la carretera.
—¿Disculpas? —pregunté asombrada.
—No me he comportado muy bien contigo.
Asentí y me limité a no decir algo más. Mi débil corazón intentó jugarme una mala pasada. Por un breve momento me creí sus palabras, pero no, no podía pasar. Tenía una meta y me prometí cumplirla. Una disculpa no iba a arruinar nada de eso. Lo observé por el rabillo del ojo, su mirada seguía en la carretera. No pude evitar mirarlo, su cabello rizado, sus labios tentadores y sus ojos, esa mirada que tanto efecto provoca en mí. Nicolás era mi amor de la infancia, mis sentimientos hacia él eran un secreto a voces. Verme así, a su lado era un sueño que parecía imposible de cumplir.
Pero la realidad golpeó mi puerta y esas historias que imaginaba con él antes de dormir nunca sucedieron, esos besos sinceros nunca llegaron, esas caricias nunca pasaron y esas miradas llenas de amor fueron sustituidas por unas de deseo. La verdera realidad era esta, un Nicolás diferente, una historia complicada e incluso una Ahinoa con diferente mentalidad.
Yo sonreí y respiré hondo el aire que invadía en el vehículo y al mismo tiempo pude sentir el aroma de Nicolás en el mismo.
<<Claro, es su camioneta después de todo>>
Inhalé por un largo instante, disfrutando de aquel olor delicioso del aire de la tarde combinado con el de mi chico soñado y esa leve colonia que últimamente siempre sentía en él.
—Nicolás —llevé mi mirada a él, aún con una mano en el volante y su brazo libre apoyado en su ventanilla, la cual estaba abierta dejando entrar una brisa que revolvía su cabello—. ¿A dónde vamos?
—Ya hemos llegado —me ofreció una linda sonrisa.
Tal vez haya estado un buen rato mirando por la ventanilla y no fui consciente del tiempo que había pasado ya que el sol bajó bastante más que antes y el cielo tenía tonos más azulados y anaranjados.
Miré por la ventanilla y pude ver un lugar realmente hermoso. Era una especie de mini restaurante cerca del mar. Tenía una decoración de corales preciosos pegados a las paredes y estaba pintado de azul, con tonos más claros en un lado y unos más oscuros en otro. En la entrada se podían ver unos faroles que permitían apreciar cada rincón y volvía aquel lugar incluso más acogedor de lo que ya era. La tranquilidad, la brisa del mar y la hermosa noche hacían que se sintiera como terapia.
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¿Pasado o presente?
Romance¿Cómo saber si lo que sentimos es del pasado o si aún es parte de nuestro presente? El primer amor deja una marca importante para toda la vida. Es un camino de descubrimiento y aprendizaje. Es ese recuerdo que queda para siempre en nuestra memoria...