Los días habían hecho de las suyas y pasaron a una velocidad impresionante. Después de la invitación de David quería que el tiempo transcurriera rápido, sin embargo, fue todo lo contrario.
Hablé con Hanna y sin la necesidad de mucha insistencia aceptó ir conmigo. No soy una persona de muchas amigas, me cuesta ser sociable y no me doy muy fácil a conocer. Suelo ser algo fría y me encierro en mi propio mundo, en ese mundo me siento bien, me siento libre, feliz y es donde único puedo ser yo misma. Mi madre es lo único que tengo pero ella no confía en mí, la única persona en este mundo que confiaba en mis locos sueños era mi padre, y ya no está.
Cada día intento trabajar en mí. En ser mejor internamente, sé que no soy la persona más desenvuelta del mundo pero yo me quiero así, con mis miedos, con mi soledad, con mis sueños locos y gustos raros. Me miro en el espejo y me gusta lo que veo, siento mis avances y estoy orgullosa de ellos, me veo aprendiendo de libros y escribiendo con esfuerzo para lograr mis sueños y me siento una persona fuerte y perseverante. Pero, ¿por qué los demás te dicen que debes cambiar? No todos los seres humanos somos iguales, y eso está bien. Cada uno tiene una propia esencia, no todos podemos ser activos y extrovertidos, cada persona es diferente y no por eso dejan de ser grandes seres humanos.
Cada uno vive sus propias guerras internas y sabe lo complicado que es, nadie tiene el derecho de intervenir en algo que no ha vivido desde dentro. Es por eso que sueño con ser psicóloga, no quiero que las personas se sientan menos, no quiero que duden de ellos mismos, no quiero que se sientan débiles sin saber todo lo que pueden dar pero no se atreven. Sueño con ayudar y poder recibir una sonrisa genuina y llena de felicidad a cambio. Ver cambios positivos en las personas gracias a tu ayuda es una de las satisfacciones más hermosas de la vida.
Sin importar lo mucho que duden de mí yo sé que puedo, sé que lograré mis sueños. Algún día seré esa psicóloga entregada y esa escritora que toca corazones con sus palabras, algún día mi pequeña yo se sentirá orgullosa de mí.
Me miré una última vez en el espejo y me sonreí a mí misma. No sólo veía a una adolescente de diecisiete años, veía a la persona más fuerte y luchadora que he conocido. Arreglé mi cabello y tomé mi bolso para salir de mi habitación.
En la sala se encontraba Hanna tomando un vaso de agua.
—¡Estás Preciosa! —dijo Hanna viéndome desde el principio de las escaleras con una enorme sonrisa y yo solo se la devolví mientras bajaba las escaleras.
Ví a mi mejor amiga con un vestido rosa que apretaba su cintura, llevaba el cabello en una coleta alta, realmente no podía verse más hermosa.
—Puedo decir lo mismo de ti —ella sonrió.
—Vamos, Patrick nos está esperando fuera, en el auto.
Cerré mi casa ya que mi madre no había llegado aún y caminé por el césped hasta llegar al auto.
Al llegar, la puerta del copiloto se abrió. Patrick se giró en nuestra dirección y nos observó detenidamente.
—¿Desde cuándo son tan guapas?
A diferencia de Hanna yo opté por un vestido negro, ajustado al cuerpo. El cabello suelto y un maquillaje menos pronunciado.
—Desde que nacimos —Hanna golpeó su hombro sonriendo ante sus ocurrencias.
—Abrochen sus cinturones señoritas.
Escuchamos música durante todo el viaje mientras discutimos sobre gustos musicales, en ese tema somos realmente diferentes, yo amo la música en inglés, a Hanna le va más la música de discoteca y a Patrick el Rap. Y sí, como se imaginan una guerra sin fin.
Estacionamos frente a la casa ya que el garaje estaba lleno, me permití ver lo grande que era el lugar, además de los enormes arbustos y faroles que iluminan el camino que llevaba a la entrada de la casa.
Nos bajamos y fuimos directo a la entrada, toqué la puerta y segundos después nos abrió una joven con un uniforme negro y blanco.
—Buenas noches, bienvenidos —dijo, amablemente.
—Gracias —respondió Patrick.
La mujer nos abrió y nos permitió pasar a la casa. Ella cerró la puerta detrás de nosotros y caminamos hacia un pasillo muy luminoso. La casa era enorme, con decoraciones antiguas y colores elegantes que iban desde dorado a blanco. El suelo estaba reluciente, nada de polvo, nada de suciedad. Los tres quedamos impresionados viendo el lugar.
Mis mejores amigos y yo avanzamos sin decir una palabra y comencé a escuchar el ruido de la música.
Llegamos al final del pasillo donde se encontraba David y el resto de los invitados. Las luces de colores se movían por la enorme habitación, lo que me permitió ver la cantidad de gente que había. Algunos se encontraban sentados en los sofás y otros bailando a los laterales del salón.
Hanna y yo seguimos a Patrick a un pequeño bar donde un barman estaba haciendo trucos con las bebidas para crear cócteles.
—¿Quieren algo para tomar, chicas? —preguntó Patrick.
—No creo que deba — dije alzando la voz ya que era complicado comunicarse con tanto ruido.
—Dos tequilas, no seas aburrida por una vez —Hanna hizo puchero.
—Hanna...
—Deberías, está muy rico —se tomó de una un vasito de tequila y el barman dejó dos bebidas más frente a nosotras.
Las miré por el rabillo del ojo y me sentí un poco tentada. No me gustaba beber porque la bebida y yo no solíamos tener una buena relación.
Pude divisar alumnos de segundo y tercer año específicamente, alguno que otro de primero pero muy pocos, ví los amigos de Nicolás e incluso los de su salón pero nada de él. Supongo que así era mejor. Antes de que pudiera festejar mentalmente lo ví.
Vestía completamente de negro, se encontraba bebiendo y charlando con los chicos del equipo de Básquet y algunas chicas los rodeaban. Se acercaban con sonrisas maliciosas, provocando y esperando una respuesta a cambio. Apreté mis labios intentando controlar los estúpidos celos sin sentidos que estaban llegando a mí.
Miré a Hanna y me tomé una de las bebidas de un sorbo y ella queda boquiabierta antes mi repentino cambio.
—Salud por eso —sonríe y eleva su copa sin dejar de verme.
Chocamos nuestras copas y comenzamos a beber pero mi mente quedó invadida por mi hermoso dolor de cabeza. Lo veía a la distancia, tan sereno y sonriente que mi corazón intentó tambalear, pero antes de que eso pasara me dí otro trago.
No dejes que tus sentimientos te dominen.
No dejes que tus sentimientos te dominen.
No dejes que tus sentimientos te dominen.
Me repetí varias veces antes de mirar a Hanna que ya se encontraba bailando a mi lado.
—Recién empezamos.
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Nota de autora: ¿Será que sus sentimientos no la dominan?
El inicio del capítulo me gustó mucho, con él pudimos conocer un poquito más de nuestra protagonista. Sus sueños, sus miedos, pudimos conocer un poco de lo que es ella, de las razones de su presente.
Creo que es hora de conocer un poco más de Nicolás, de saber qué hay detrás del chico prepotente. Sus sueños, sus metas, sus sentimientos y su pasado.
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¿Pasado o presente?
Losowe¿Cómo saber si lo que sentimos es del pasado o si aún es parte de nuestro presente? El primer amor deja una marca importante para toda la vida. Es un camino de descubrimiento y aprendizaje. Es ese recuerdo que queda para siempre en nuestra memoria...