❧ ༒︎ 𝕮𝖆𝖕𝖎𝖙𝖚𝖑𝖔.12 ༒︎ ❧

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Mientras Zhan explicaba todo lo sucedido, Yibo viajaba a través del agujero de gusano. Aunque esta vez, no disfrutó como la primera. No sabía lo que se iba a encontrar al otro lado y esa incertidumbre le generaba miedo.

Unos instantes después, vio frente a él imágenes de su vida. Cada vez estaba más cerca de ellas hasta que las atravesó. Se vio en el bosque. Miró a su alrededor. Conocía muy bien ese lugar. Era el favorito del hombre que lo crió. Su rostro palideció al ver lo que sucedía. Frente a él tenía una cierva y más alejado, a su izquierda, un pequeño cervatillo comía tranquilamente. Era ese día. El día en el que el hombre al cual llamaba padre, murió.

- ¡No, papá!

Volteó su cabeza. Ahí estaba él, el Wangji de 7 años, agarrando el brazo de su padre. La cierva y su hijo huyeron.

- ¿Qué haces, imbécil? ¿Te das cuenta de lo que has hecho? ¡Por tu culpa ha huido!

- Pero, papá... Esa cierva tenía una cría muy pequeña.

- ¿Y qué pasa con eso?

- Si la matas, ese cervatillo morirá también.

- ¿Es que acaso ahora te importa la vida de ese insignificante animal?

El hombre se acercó a él amenazante. Wanji temblaba de miedo. Se colgó de su brazo y abogó por la poca humanidad que tenía.

- Por favor, papá, por favor. No lo hagas. No los persigas, no los mates, por favor - unas lágrimas caían por los ojos del niño -. ¿Por qué haces esto?

- ¡Aparta, mocoso! ¡Eres un cobarde! Un bueno para nada. Me avergüenzo de tener un hijo como tú. Si lo hubiera sabido, te habría echado a las bestias cuando tuve la oportunidad.

- Papá, no digas eso. No soy un cobarde. Sólo, sólo que... - el niño se limpiaba las lágrimas con sus brazos.

- ¡Fuera de mi camino!

El hombre inició la marcha, pero Wangji lo agarró de nuevo para detenerlo.

- Papá, por favor, te lo ruego, vámonos. Déjalos vivir. Ya iremos a por la cierva cuando su hijo sea más grande, ¿sí?

- ¡Tú! ¡Bastardo insolente! Suéltame de una vez si no quieres que está bala acabe entre tus cejas en vez de en esa cierva. Sólo eres una molestia.

El hombre se soltó con todas sus fuerzas, empujando al niño y haciendo que cayera al suelo. El cazador guardó su escopeta con el resto de armas y trampas.

- Ni para poner una trampa sirves. Menudo inútil que eres - dijo.

A sus espaldas, Wangji se apoyaba en sus brazos para levantarse. En ese momento, algo empezó a cambiar en él. Yibo observaba sin dar crédito a lo que veía. El cuerpo del niño estaba cambiando. Sus manos se convirtieron en garras, sus piernas y brazos en patas, su cuerpo mutó y tenía cola. Se había transformado en lobo.

- No, no es posible... Entonces... - Yibo retrocedió hasta que cayó al suelo. Sentado, observaba la escena sin dar crédito a lo que sus ojos veían - No es verdad, yo no... Yo nunca...

El joven lobo gruñó. El hombre se dió la vuelta y en vez de ver a su hijo, vio un lobo respirando sobre su cabeza. Temblando de miedo, intentó sacar su escopeta. Demasiado tarde. El lobo lanzó lejos las bolsas de caza dejando al hombre completamente indefenso.

- Ahora no tienes manera de matarme, humano.

- ¿Qué... Qué...? - el rostro palideció - ¿Qué eres?

- Asesino. Eres un asesino - el lobezno lanzó al hombre por los aires de un zarpazo.

- ¡Déjame, ve a por otra presa! - gritó desesperado el hombre sosteniendo su brazo herido.

- ¿Por qué habría de hacerlo? ¿Acaso la vida de un insignificante humano debería importarme? Disculpa, me equivoqué. Tú no eres un humano, eres un asesino sin escrúpulos. Eres la peor escoria que existe. ¡Fuera de mi bosque!

El hombre intentó ponerse en pie. El lobezno lo miraba lleno de rabia y furia. Cuando pasaba cerca de él, Yibo vio como sacaba un cuchillo de su pantalón. Intentó clavárselo por la espalda, sin embargo, el Lobezno lo esquivó.

- Me sé todos tus trucos. Gracias por enseñármelos, padre...

- ¿Padre? - el miró en todas direcciones buscando a su hijo - ¡Wangji! ¿Dónde está mi hijo? ¿Qué hiciste con él?

- ¿Ahora te acuerdas de tu hijo? - le asestó otro zarpazo, esta vez arañó toda la cara. Un gritó salió de su garganta -. ¡Yo no soy tu hijo! - saltó y se abalanzó sobre él tirándolo al suelo y sujetando sus hombros con sus patas - Tu hijo está muerto, tu Wangji dejó este mundo hace muchos años. Al igual que mis padres. Tú mataste a mi manada.

- Lo siento, perdón, te juro que yo no quería, no sabía, no... Por favor, perdóname. Te ruego que me dejes. Si es verdad lo que dices, deberías estar agradecido conmigo por salvarte. Vida por vida, ¿sí?

- ¿Vida por vida? ¡Ja! Ni aunque mueras mil veces podrás liberarte de toda la sangre que ensucia tus asquerosas manos. Dime, "padre", ¿quién es el cobarde ahora?

El cazador estaba haciendo tiempo. Aún le quedaba un cuchillo escondido. Si lograba sacarlo, acabaría con esa bestia.

- Sí, sí, lo que quieras. Lo soy, lo reconozco, lo soy...

Finalmente logró agarrarlo. Sin más miramientos, se lo clavó al lobezno en el costado. Éste lanzó un grito de dolor. El humano lo estaba engañando. Sólo dijo eso para distraerlo. El filo del cuchillo salió de su cuerpo y volvió a clavárselo. El hombre lo miraba con una sádica sonrisa. Otra puñalada en el costado hizo que cayera sobre su lado derecho.

- ¡Ja! ¿Ahora qué? Ya no eres tan chulito.

Iba a darle una patada en su vientre, pero el lobo fue más rápido y mordió la pierna con sus fuertes fauces. Se escuchaba claramente el sonido de los huesos rompiéndose y de la carne desgarrándose. El lobezno se levantó y lo zarandeó en el aire hasta que el miembro se desprendió del cuerpo y el hombre salió volando. No paró ahí el ataque. El lobo se fue sobre él y zarpazo tras zarpazo descargó en ese cuerpo su ira. Abrió su boca y le clavó sus colmillos en la yugular. Unos segundos después, el hombre había dejado este mundo.

- Ahora podrás ver a tu verdadero hijo - dijo el lobezno antes de caer al suelo.

Yibo se acercó a ellos. Las heridas del lobito estaban sanando rápido. Poco a poco iba recuperando su aspecto humano. Sin saber bien cómo sentirse, se arrodilló en el suelo. Había sido él. Él había matado a ese hombre. Eso lo convertía en asesino. Aunque no quería matarlo. Sólo quería echarlo del lugar y proteger a esa familia de ciervos. Lloró y golpeó el suelo con sus puños.

"Yibo"

Una voz resonó en su cabeza. Miró a su alrededor, pero no había nadie ahí.

- ¿Quién eres?

"Yibo. Ven conmigo"

- ¿Quién me llama? ¿Dónde te escondes?

Un agujero negro se abrió a sus pies y fue tragado por él.

Luna nueva Luna creciente Donde viven las historias. Descúbrelo ahora