5. Sueños Rotos

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Los sueños son una capa mitológica que ayuda a olvidar o cerrar dolores. En mi caso, mis sueños son como una daga que se añade a mí y me hacen daño. Día tras día, mi mente solo piensa en qué carajos pasó con Max, y ahora, con la muerte tan horrible de Carlos, las cosas se ponen más difíciles. Pero dentro de todo esto, tuve un sueño tan húmedo que cada vez que me acuerdo, mi cuerpo tiembla.

En este sueño, estaba plenamente feliz con Max y teníamos un momento a solas en donde podíamos ser él y yo.

La habitación estaba iluminada suavemente por la luz de las velas, creando un ambiente cálido y acogedor. El aire estaba impregnado de un ligero aroma a jazmín, que se mezclaba con la fragancia de la piel de ambos. El se encontraba de pie junto a la ventana, su figura iluminada por la luz de la luna que se filtraba a través de las cortinas. Su boxer de seda caía delicadamente sobre su cuerpo, acentuando sus músculos tan definidos y tan bien marcados.

Él se acercó lentamente, sintiendo la tensión en el aire. Sus miradas se encontraron, y en ese instante, el mundo exterior desapareció. Sin decir una palabra, él levantó una mano y acarició suavemente mi mejilla, sintiendo la calidez de mi piel. En ese momento yo cerró los ojos, disfrutando de su toque, y una sonrisa se dibujó en sus labios.

Con un movimiento suave, deslizó mis dedos por su cuello, dejando un rastro de escalofríos a su paso. Yo me inclinó hacia él, buscando más de su contacto, y él la atrajo su cuerpo hacia mi, nuestros cuerpos tocándose. La química entre nosotros era palpable, una corriente eléctrica que nos unía.

Se acercaron aún más, sus labios a solo unos centímetros de distancia. El corazón de mio latía con fuerza mientras él me miraba intensamente, como si pudiera ver hasta el fondo de mi alma. Finalmente, nuestros labios se encontraron en un beso suave y tierno, que rápidamente se transformó en algo más apasionado. Sus manos comenzaron a explorar, recorriendo la espalda de mia y aferrándose a mi cintura, mientras yo me enredaba en su cabello.

La habitación se llenó de susurros y risas suaves, mientras se dejaban llevar por la pasión. Él la levantó con delicadeza, llevándome hacia la cama, donde la luz de las velas danzaba a nuestro alrededor. Yo me recostó sobre las sábanas, su mirada llena de deseo, mientras él se inclinaba sobre mi, nuestros cuerpos fusionándose en un abrazo ardiente.

Cada caricia, cada beso, era un lenguaje propio, una danza de deseo y conexión. Nos perdimos el uno en el otro, explorando cada rincón, cada susurro, mientras el mundo exterior se vuelve loco.

Entre besos con deseos, siento como su mano baja poco a poco por mi parte íntima. Siento sus dedos frotar mi clítoris y, poco a poco, me siento más y más en el cielo. Ya me siento desesperada por sentir su miembro dentro de mí. Siento como él, poco a poco, empuja su glande hacia mí. Siento como cada parte de mi cuerpo se estremece al sentirlo dentro de mí. Mientras él lo saca y lo introduce, siento que estoy cada vez más cerca de tener el orgasmo, y la ayuda de sus manos frotándome el clítoris hace que llegue hasta el cielo del placer.

Al día siguiente...

Pero como cada sueño, todo tiene su fin. Me despierto súper emocionada por la sensación que sentí la noche anterior. Ahora me reuniré con Ades para llegar al fin de esto, pero primero tengo que investigar a Cloe.

Ahora me dirijo a la casa de Cloe.

De camino a la casa de Cloe, la encuentro con Brandon, que es vecino de Max desde hace muchísimos años. Sin embargo, es la primera vez en meses que voy a la casa de Max y él me dirige la palabra. Es un chico alto, con rasgos muy marcados, pelo negro como el carbón, ojos color miel y labios rojos y carnosos.

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