Mami-12

87 8 1
                                    

Angie abordó el avión con los ojos hinchados por el llanto. Durante el vuelo, trató de calmarse, pero las lágrimas seguían escapando, cada una cargada de dolor y confusión. Sabía que necesitaba huir de todo, aunque fuera por un tiempo, y el único lugar donde se sentía segura era la casa de su madre.

Tras seis largas horas de viaje, el avión aterrizó y Angie, agotada emocionalmente, llamó a un taxi. Durante el trayecto, el paisaje pasó frente a sus ojos como una película borrosa, su mente todavía atrapada en los recuerdos de la traición.

Al llegar a la puerta de la casa de su madre, se detuvo por un momento, intentando recomponerse. Tocó el timbre, con la voz apenas contenida.

-Hola, mami... -dijo Angie, su voz quebrándose mientras las lágrimas volvían a brotar.

Su madre, que ya sabía lo que había pasado, abrió la puerta sin decir nada, y en un instante la envolvió en un fuerte abrazo. No había necesidad de palabras. La calidez del abrazo de su madre la hizo sentir, por primera vez en días, un pequeño consuelo. Permanecieron así, en silencio, durante lo que parecieron eternos diez minutos.

Cuando se separaron, Angie entró despacio a la casa, dejando caer su maleta junto a la puerta. Sabía que estaría allí un buen tiempo, pero lo único que deseaba en ese momento era perderse en el refugio del hogar y, quizás, encontrar alguna manera de sanar su corazón roto.

Latidos desiguales (carre angie)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora