entre el publico-14

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¡Gané! El estruendo del público resonaba en mis oídos, pero mi mente estaba lejos. No quería decepcionar a mi comunidad, a mi familia, y mucho menos a Angie. Era un estúpido, nunca debí haber hecho esa maldita apuesta. Mientras daba mi discurso de agradecimiento, algo llamó mi atención. Entre la multitud, vi a alguien... pequeña, con el cabello oscuro. "¿Angie?", pensé, pero descarté la idea enseguida. Angie tiene el cabello azul.

De repente, sentí a Fernanda subir al ring. Me besó frente a todos y tomó el micrófono con una seguridad que me descolocó.

—¡Estoy embarazada! —anunció.

Mi corazón dio un vuelco, pero no por sus palabras. Seguía mirando fijamente a la chica entre el público, la que se parecía tanto a Angie... Hasta que la vi marcharse con la cabeza gacha. Mi pecho se contrajo. Era Angie. Lo supe al ver su lunar. Quise correr tras ella, detenerla, abrazarla, pero Fernanda me rodeaba con sus brazos, haciéndome imposible moverme. Todo pasó en un segundo: el abrazo de Fernanda, el beso en su cabeza, la multitud vitoreando.

—Tengo que ir al camerino, ahora vuelvo —dije, apartándome rápidamente.

Corrí al camerino, pero en vez de volver, salí por la puerta de emergencia. Allí estaba Angie, de pie, con su celular en la oreja.

—¿Angie? —grité, desesperado por detenerla.

Ella se quedó quieta, se volteó despacio, y pude ver sus ojos rojos, llenos de lágrimas.

—Ah, hola, Carre. Me alegra que hayas ganado... Solo vine a verte —dijo, secándose las lágrimas con la manga de su chaqueta—. Y... felicidades, vas a ser papá —añadió con un nudo evidente en la garganta.

—Gracias, pero... Angie, por favor, perdóname por todo lo que te hice. No quise lastimarte. Dame una oportunidad para arreglarlo.

Ella me miró con tristeza, pero su voz seguía firme.

—Rodri, ya vas a hacer tu vida junto a Fernanda y ese bebé. Espero que todo te vaya bien, pero... no quiero ser la tercera en esa historia. No quiero ser la ‘Angela Aguilar’ de tu relación —intentó sonreír, pero el sarcasmo en su voz dolía.

—Que Fernanda esté embarazada no significa que deba estar con ella. Angie, yo te quiero a ti.

Di un paso hacia ella, pero Angie retrocedió.

—No te acerques. Rodrigo, yo también te quiero... pero quiero que ese niño crezca con su papá. Quiero que sea tu única prioridad. No quiero que me odie, ni que crezca sintiéndose incompleto.

Sentí las lágrimas arder en mis ojos. ¿Cómo había dejado que todo llegara a esto?

—Angie, por favor... —susurré, mi voz quebrada.

Ella miró el reloj y suspiró.

—Mi vuelo está a punto de salir.

—¿Puedo darte un último abrazo? —pregunté, abriendo mis brazos, sin saber si me rechazaría.

Angie dudó un segundo, pero se acercó y me abrazó. Fue un abrazo cálido, lleno de dolor. Nos separamos un poco y, en un impulso, la besé. Sabía que ese sería nuestro último beso, y el peso de esa realidad me destrozaba. Nos separamos lentamente, ambos sin aliento.

—Ve, Rodri. Ve por tu familia. Te deseo lo mejor, de verdad —dijo, alejándose un poco más.

—Lo intentaré... —murmuré, sintiendo cómo todo se desmoronaba.

—Ya llegó el taxi —dijo ella, señalando el coche que se detenía a unos metros.

Nos quedamos en silencio. El momento final.

—Adiós, Rodri. Ojalá la vida nos vuelva a reunir algún día. Te amo —dijo, dándose la vuelta y subiendo al taxi.

La vi alejarse, vi cómo el taxi desaparecía en la distancia, llevándose a la única persona con la que realmente quería estar. La había perdido. Definitivamente, lo había arruinado todo.

Era momento de regresar al ring... aunque ya no sentía haber ganado nada.

Latidos desiguales (carre angie)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora