recuerdo-13

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POV Carre

Me desperté con el sonido del celular vibrando. Lo agarré perezosamente y lo desbloqueé. Un video de Angie besándose con alguien apareció en la pantalla. Me quedé en silencio por un segundo, observando. "Pobrecita", pensé, sintiendo una mezcla de lástima y desprecio que no quise analizar demasiado. Apagué el teléfono y bajé de mi habitación. Supuse que la encontraría, pero solo vi a Spreen, sentado en el sillón, respondiendo algunos tweets. Estaba concentrado, seguramente lidiando con las reacciones de los videos de Angie. No le di mayor importancia.

Me preparé para ir a entrenar. La Velada estaba a solo dos semanas, y no podía permitirme distracciones. Todo esto pronto quedaría atrás.

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LA VELADA

POV Carre

El camerino estaba lleno de mis amigos, dándome ánimos, pero yo apenas los escuchaba. Sentía un vacío. Angie no estaba, y aunque lo sabía desde hace días, su ausencia se sentía más fuerte en este momento. Un sentimiento de tristeza me invadía. ¿La extraño? Tal vez... pero más que eso, me siento mal. La última vez que hablamos no fue la mejor, le hablé de una manera en la que no debí.

Mi nombre resonó por los pasillos, me llamaban para salir. Respiré hondo, recogí el casco, y caminé hacia el ring acompañado de Lit Killah y su música retumbando en el estadio. Mi comunidad me apoyaba, pero también escuché abucheos. Intenté ignorarlos. Entré al ring, me dieron un sorbo de agua y el casco ajustado en mi cabeza apretaba más de lo que debería. Era hora.

La campana sonó y la primera ronda comenzó. Agustín se movía rápido, sus golpes me impactaban, pero logré esquivarlos la mayoría de las veces. Mi mente no estaba completamente allí, pero cuando vi una apertura, le lancé un gancho derecho. Me lo devolvió con uno directo que me derribó. El suelo era frío bajo mi espalda. "No puedo rendirme."

Me levanté, sacudiéndome el dolor, recordando el porqué estaba aquí.

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Recuerdo de Carre:

—Che, ¿y si no gano? —dije, intentando ocultar la duda en mi voz.

—Nah, ¿qué decís? ¡Obvio que vas a ganar! —Angie respondió al otro lado de la pantalla, con una sonrisa segura que siempre me hacía sentir mejor.

—No sé… Ojalá. —Cerré mi maleta, revisando que todo estuviera en su lugar.

—Vas a ganar, boludo. Prométemelo. —Ella también cerraba su maleta, sus ojos cansados pero brillantes a través de la videollamada.

—Te lo prometo.

—Bien, yo ya terminé acá. ¿Nos vemos en la casa, Madrid?

—Sí, sí. Chau, te amo.

—Yo también te amo. —Y la llamada terminó, dejando un vacío en el aire.

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Ese recuerdo me dio la fuerza que necesitaba. Me levanté con más convicción y seguí peleando, llevándome la primera ronda. No puedo decepcionarla. Le prometí que ganaría.

La segunda ronda fue dura. Agustín me estaba dando más golpes, y en un momento nos abrazamos, agotados. Sentí el cansancio en cada músculo, pero no me iba a rendir.

Llegó la tercera ronda. Esta vez, logré un gancho que impactó directo, dejándolo tambaleando. Lo vi por un momento, viendo estrellas, y supe que ese era el final. El árbitro nos tomó de las muñecas, esperando el veredicto.

Latidos desiguales (carre angie)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora