¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Julie y Val no habían sabido nada de Jessica en semanas, lo cual era raro, porque la última vez que lo vieron, en su segundo cumpleaños, se veía bien. Borracho, pero bien.
Ambas decidieron ir a su casa al mismo tiempo.
—Hola, Julie. ¿Vienes porque Jessica ha estado desaparecido?
—Sí, por eso, y no porque me dabe dinero y se está haciendo más pendejo... ¿Y tú?
—Sí, para eso también... Y no para devolverle el Nintendo Switch que me prestó cuando fue a su viaje juntos con Sylvano y que olvidó que me lo prestó, así como yo fingí olvidarlo.
—No seas boluda, quédatelo. En unos años será tuyo, así es como Homero hace con las cosas de Flanders.
—Noo, eso sería deshonesto... Además, lo mojé por accidente. —Val mostró el videojuego que ya no encendía.
La puerta de la casa de Jessica estaba entreabierta como en las series. Al entrar, lo encontraron en su sofá, rodeado de envolturas de comida chatarra, con los ojos vidriosos mientras veía un documental.
"La erosión es un proceso lento, pero constante."
—Esto no tiene sentido para mí. —murmuró, masticando las chikicrispis que comía. — Ah, hola, chicas.
—¿Jessica? ¿Qué te pasó? ¿Por qué estás... así?—preguntó Julie con algo de preocupación.
—Sí, esto es un basurero. Un videojuego se podría mojar y descomponer fácilmente aquí...
Jessica suspiró dramáticamente y lanzó una mirada melancólica hacia la ventana.
—Sylvano se fue...
—¿Se fue? ¿A dónde?—Val frunció el ceño.
—A Jessicalandia. Cometí un gran error y se fue. —murmuró, despertando la curiosidad por el chisme de las chicas. — Se enojó porque me comí el último gansito del refrigerador.
—... ¿Y ya? ¿Eso es todo?
—¿Qué a ti no te gustaban los gansitos? ¿Por qué te comiste uno si no te gustan?—preguntó Julie confundida.
Jessica arrojó la caja de cereal hacia un lugar aleatorio (cayó sobre él) y se recostó dramáticamente en su sofá.
—¡POBRE DE MÍ! ¡Pobre de mí! Pobre... de mí.
Julie y Val intercambiaron miradas confusas pero comprensivas. Ya conocían a los dos pendejos, después de todo. Las razones más absurdas podían causar sus dramas entre los dos. Pero claro, tanto Jessica como Sylvano también tenían un imán por lo dramático.
—Bueno, ¿y qué piensas hacer?—preguntó Julie, aburrida del melodrama.
