La Cadena

6 4 81
                                    

—Listo, ahora, es turno de alistarme —terminé de comprar el boleto para ir hasta Estorné, usando el nombre y dinero de mi padre

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

—Listo, ahora, es turno de alistarme —terminé de comprar el boleto para ir hasta Estorné, usando el nombre y dinero de mi padre.

Iba a ir en primera clase, en un sitio al fondo, alejado de otros pasajeros, nadie podría sospechar de lo que llevaría. El vuelo estaba previsto para mañana en la mañana, tenía que llegar lo más rápido que pudiese y encontrar alguna persona sapiente en magia para deshacer este hechizo. Primero era necesario ir hasta ahí, el cuarto donde todo comenzó y llevar cada uno de los materiales. Ya no quiero tener dolores de cabeza, mareos y escuchar esos ruidos.

Luego de atarme el cabello en una larga coleta, me vi las palmas de las manos, me encontré una línea que se cortaba antes de finalizar en el extremo, en la otra mano tenía una similar, pero se cortaba abrupta antes de tan siquiera llegar a la mitad. Algún día vere su significado en la quiromancia.

Tomé una vieja mochila de la primaria para colocar lo que quedase del ritual, piqué un par de dulces y ahora sí estaba preparada para ir hasta aquella habitación.

A estas horas de la tarde los criados no podrían sospechar de mí, estaban ocupados limpiado y dando lustre a los adornos. En caso de que marease y cayera, me puse unos zapatos cómodos.

Después de tanta chachara, respirando paso por medio, bajé hasta el piso subterráneo de la casa que es donde además de hallarse donde duerme la servidumbre, hay un montón de lugares vacíos, y, en la última puerta, una que parece normal, está el desastre mágico que dejé.

Me llevé un amuleto de la suerte para estar protegida, si es que el ser maligno se atrevía a dar la cara, le iba a dar una lección.

Di un suspiro. Saqué la llave, al girarla, la puerta se abrió rápido. Es imposible, la única que tiene acceso soy yo.

Lo siguiente que oí fue el ruido de la madera de roble chocando contra el marco y la luz se prendió por sí sola, pero esta vez distinguí que no era el maligno por el sonido de las pisadas de unos zapatos.

— ¿Beruam? —Di media vuelta para ver al que encendió la iluminación.

La cara de mi ex novio no era la mejor, estaba pálido y su semblante era la de tristeza. Cerca de él estaba su hermana sin ningún sentido de la moda que tenía el cabello más corto que la anterior ocasión; no, de hecho, tenía un corte usado por varones y su ropa era nada femenina y bonita; pero, no estoy para juzgarla, ella al igual que su hermano me vio decepcionada, moviendo la cabeza para manifestar sus sentimientos.

—Deja de juzgar a Beryl, sé que lo haces, ya te conozco. Mírame a mí —regresé hasta Beruam.

Él me mostró la rosa rubí que me regaló, en lugar de que sus pétalos fueran rojos, eran cafés y mustios. Su tallo adelgazado no tenía la gloria de antes, la flor entera daba pena.

—Qué le sucedió, no debería estar así. Yo me encargué de alimentarla con lo que me pediste.

—Tú lo hiciste, la mataste la hacer el hechizo. Ahora paga las consecuencias.

Juego de un MilnombresDonde viven las historias. Descúbrelo ahora