(Fantasía oscura y urbana)
Ascendido a una vida distinta de la humana, bajo la identidad del Milnombres Ulkidur; una criatura con capacidades tanto extrañas como con potencial de ser peligrosas, el Niño del Piso Dos, en el fatídico día del Rito Enig...
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—Todo lo que pidió está aquí —dijo una mujer, sosteniendo la vela que llenó de luz la habitación.
Un eco retumbó entre las paredes. El anciano que estaba junto a ella, su esposo, sostenía una daga de un filo de unos once centímetros.
—Espera un poco querida Martonne, invocar a un Milnombres no es tarea fácil. Todavía nos falta un elemento importante: los llamadores.
El anciano desató el cadáver que él y su esposa habían encontrado después de largas noches en uno de los cementerios más concurridos de la ciudad, en vida su identidad fue la de un niño de menos de diez años llamado Luka Santaia.
La causa de muerte fue tratada de desconocida. En un principio los padres del pequeño no mostraron preocupación porque en su tan dulce inocencia, pensaron que él dormía y no fue hasta después de un día entero en el que motivados por factores externos —amigos— intentaron despertar a quien fuese su hijo y sin conseguir éxito de ninguna clase, después de acudir con un médico, les confirmó algo de lo que sospechaban: su hijo había fallecido y no existía explicación conveniente.
En los últimos momentos del asunto fue cuando revelaron su naturaleza.
Si hubieran sido una familia que se dijese amorosa, le habrían dado una sepultura que se tratase de digna, pero, jamás lo hicieron.
Lo único que recibió el pequeño fue una escueta misa acompañada de unos llantos y un ataúd sencillo colocado bajo una lapida con un nombre apenas visible.
Lejos de la peculiar pareja, en un espacio de nubes rodeadas de juguetes y dulces de diferentes colores, sabores y tamaños, un ser de completo azul hacía el reposo sobre la nube más suave mientras sus serviles se encargaron de las tareas que en realidad le correspondían a su tan cómoda majestad.
—Pequeño Señor, vengo con malas noticias para usted —dio la nueva no tan buena.
—Qué flojera. ¿Quieres que adivine lo que tratas de decir? —le retó a un juego.
—No es un asunto que hay que tomarse a la ligera, permítame que sea directo —el lacayo de luz color naranja se llevó los brazos detrás de la espalda.
— ¿Uno de mis antiguos familiares humanos se acordó de mí existencia? ¿Las dos basuras que llamé padre y madre se arrepintieron del daño que me hicieron? ¿Una de esas basuras de mi colegio se acordó de mí? ¿Consiguieron arreglar mi osito favorito? ¿Mi maestra favorita preguntó por mí? —lanzó tantas preguntas, como pudo ninguna se acercó.
—Ninguna es correcta, es mucho peor. Mi Pequeño Señor, encontraron su cuerpo humano y quieren hacer el Rito Enigma con usted.
El Milnombres se puso de pie, al hacerlo, la nube en la que se acomodó se fue volviendo de un azul profundo para convertirse en una masa de grumos que dejó fragmentos esparcidos al explotar. No eran buenas señales.