Capítulo 2:

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Me desperté a las siete de la mañana por el ruido del despertador. Me preparé en media hora, solo me faltaba tomar mi desayuno.

Bajé las escaleras para encontrar a todos sentados en la mesa, esperando mi llegada.

–Buenos días –saludé cordialmente–.

–Tardaste media hora en alistarte, come rápido –me dijo Mason–.

–Esa no es manera de tratar a nuestra invitada –lo reprimió su mamá–.

–Está bien. Me levantaré más temprano mañana –contesté para evitar problemas–.

Me habían preparado huevos revueltos con una tortilla de jamón, justo como me gustaba. Tardé como diez minutos en comerme todo el desayuno junto con el jugo de fresa. Durante el desayuno hablamos de qué clases tenía y comparamos horarios.

–Me lavaré los dientes antes de salir –mencioné–.

–Claro, te esperamos –dijo Ethan con una sonrisa–.

Lo hice lo más rápido que pude. Cinco minutos después, estábamos de camino a la escuela. Ellos eran callados, así que me tocó a mí sacarles tema de conversación.

–¿Tienen muchos amigos ahí? –les pregunté

–La verdad es no –me respondió Ethan–. Siempre andamos con los mismos compañeros.

–Ha sido así desde hace como mil años –añadió Mason–.

–Eso es imposible. ¿Acaso mi tía no es humana?

–Sí, pero porque tomó una cura contra el vampirismo –me explicó Ethan–.

–Entiendo. Asumo que mis padres hicieron lo mismo porque todos en la familia lo son –afirmé–.

–Sí, estás en lo cierto –afirmó Mason–.

Iba a decir algo más pero vi que llegamos a la escuela. Me despedí de ellos y me metí a mi salón, tenía clase de literatura. Me senté en la primera fila y esperé a que llegara el profesor.

–Hola, ¿me puedo sentar a tu costado? Nunca te había visto antes –me preguntó un chico–.

Era rubio, de ojos azules y no era muy alto. En definitiva era humano al igual que yo. Me sorprendió que no lo hayan cazado hasta ahora. Tal vez los chicos me contaron ese cuento para asustarme.

–¡Hola! Claro que sí, y no me viste antes porque soy nueva. Mi nombre es Mía.

–Un gusto Mía, yo soy Ronny. ¿Puedo preguntarte qué te animó a venir a este retorcido pueblo?

–Vine porque tengo familia aquí y mis padres pensaron que sería buena idea pasar un semestre con mis tíos –le expliqué–.

–Suena genial. Oh, ya vino la profesora

Se armó un silencio sepulcral cuando la profesora llegó y escribió su nombre en la pizarra. Era demasiado delgada, morena y con unos anteojos en forma de gato que me encantaban.

–Buenos días alumnos. Soy la profesora Smith, aunque eso ya lo saben porque ya han sido mis alumnos, aunque a ti no te conozco –me señaló con un dedo–. Preséntate con tus compañeros.

Una cosa que odiaba era hablar en público porque me estresaba, pero no me quedó de otra.

–Hola, mi nombre es Mía Brown y...–empecé–.

–Espera, ¿eres familiar de Ethan y Mason? –preguntó la profesora–.

Podía escuchar los cuchicheos de la gente.

–Sí, soy su prima –admití–.

Tomé asiento después de eso. Podía sentir las miradas de todos. En definitiva no había pasado desapercibida.

–Algo me dice que causarás problemas en Valtor –susurró Ronny–.

Yo opté por reírme del chiste y empecé a tomar apuntes hasta el final de la clase. Cuando acabó, recogí mis cosas y me fui a explorar el campus.

Caminé pensativa hasta que escuché un grito proveniente del baño de mujeres. Era Mason poniéndole un collar  a la fuerza a una chica, que tenía el pelo negro con puntas blancas, su piel bronceada.

Nadie hacía nada, habían normalizado la violencia en Valtor. Fue entonces cuando abrí mi mochila rosa y saqué un libro de matemáticas que le lancé a la cabeza para que la suelte.

–¿En serio, Mía? ¿Pegarme con un libro de matemáticas?

La chica estaba aterrada, pero me dió una sonrisa mientras se colocaba a mi costado.

–No creo que a mis tíos les guste saber que aterrorizas chicas en la escuela, Mason –lo amenacé–.

–No te metas en mis asuntos Mía, yo sé perfectamente lo que hago –mencionó antes de salir del baño–.

Le saqué el dedo medio, molesta por la situación.

–Gracias girl, tú sí que tienes coraje. Nunca vi que nadie se atreviera a algo así aquí en Valtor.

–Tal vez es momento de que las cosas cambien un poco –dije con satisfacción–.

ValtorWhere stories live. Discover now