𝐊𝐎𝐎𝐊𝐓𝐀𝐄 | «No muchos llamaban la atención del heredero orgulloso y egoísta número uno del mundo, hasta que llegó él y descubrió lo que significaba».
Un huérfano con una oportunidad única.
Un egocéntrico aburrido.
Un colegio tan prestigioso co...
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ESPECIAL III
PACTO ENTRE HEREDEROS
ZETH CEALLAIGH
Lo peor había pasado ya.
No era bueno mintiendo. Pero si no quería tener a Kim Taehyung como enemigo, lo mejor para Zeth era fingir una sonrisa y desviar tanto el tema que a Jungkook no le pareciera extraña su visita un sábado por la mañana. Debió considerar que los fines de semana no había clases en la universidad. El acceso de la entrada se abría frente a él para cuando se dio cuenta de que quien atendió por la pantalla de seguridad fue Jungkook y no Taehyung.
Tal vez hubiera sido menos extraño si aparecía con un presente para la nueva familia.
Un pequeño humano de menos de un metro apareció por uno de los laterales de la casa, iba vestido con un traje de marinero color negro con bordes blancos y una capa roja de superhéroe atada al cuello. Una joven intentaba alcanzar al niño, llevaba una pistola de agua, un camión de bomberos y una espada de juguete en brazos. El niño no vio a Zeth de pie a punto de subir las escaleras y tropezó con él. Zeth lo sostuvo de ambos brazos y evitó que se cayera.
—Muy rápido hasta para un superhéroe, ¿no crees, amigo?
Los enormes ojos marrones lo miraron con sorpresa. Las mejillas redondas y enrojecidas y el cabello alborotado indicaban que estuvo corriendo un largo rato por todo el jardín con su pobre niñera detrás.
—¿Eres mi amigo? —inquirió el niño con el ceño fruncido—. No te conozco. Y no soy un superhéroe, solo es un disfraz.
Digno hijo de su padre, las reglas para hablar con niños normales no aplicaban para él. Zeth sonrió y dio un paso atrás para que el niño se parara por sí solo.
—Adri. —La niñera los alcanzó y se detuvo con un suspiro detrás del niño, que levantó la cabeza hacia ella y le tocó la punta de la nariz con un dedo.
—¡Te atrapé! —exclamó el niño, seguido de una carcajada que resonó en todo el pórtico.
La chica sonrió y asintió, pasó los juguetes a una sola mano y posó la otra sobre el hombro del niño.
—El señor Kim está en la terraza —le informó a Zeth, su tono de voz más firme que el que usó para decir el nombre del niño.
—Dijo que quería ser mi amigo, ¿Podemos acompañarlo, Blake?
El niño no parecía tener más de cinco años y hablaba con tal fluidez que resaltaba cada sílaba.
La respuesta de la niñera se vio detenida por el pequeño grito de emoción que soltó el niño al ver a alguien acercarse desde la cima de las escaleras.
Jeon Jungkook descendió y tomó en brazos a su hijo en el camino.
—No será necesario —dijo y sonrió a la chica, cuyo rostro se tiñó de un rubor intenso en cuanto Jungkook se dirigió a ella. A Zeth no le pasó inadvertido el hecho—. Adriel estará conmigo, puedes ir a descansar un rato, Blake.
