16. Que comience el juego

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Capítulo 16

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Capítulo 16

"Que comience el juego"

TAEHYUNG

—Haz otra pregunta y me iré —amenazó con desgana a su amigo. Lo cumplió poco después.

Jimin sentía curiosidad sobre lo que había pasado con Jungkook.

Durante el fin de semana evadió a Jimin y al resto del mundo. No encontró a nadie en su casa el viernes por la tarde, se había escapado del colegio antes de que la hora de salida llegara.

Preferible era el silencio y la soledad de la casa de sus padres. Aunque al final no era solo él, Yeontan se acercó con el singular movimiento de su cola.

Levantó a la bola de pelos del suelo, el perro se removió hasta que él acomodó los brazos de la manera que le gustaba. Pasó sus dedos sobre la cabeza negra, el pelaje suave y oscuro tranquilizó la estrepites con la que palpitaba su corazón.

—Qué patético fui, ¿no crees? —preguntó a la criatura que cerraba los ojos bajo la caricia constante de sus dedos.

Taehyung subió las escaleras y entró directamente a su habitación. El silencio y la oscuridad en el interior de la casa agudizaban la sensación de frialdad a su alrededor. Era como si tuviera el cuerpo entumecido, salvo por el agarre que mantenía en su mascota, no era consciente de nada más que de ese suave pelaje.

Se quedó dormido con el uniforme y los zapatos puestos. En algún momento su cachorro escapó de sus brazos y se ocultó entre las sábanas de su cama. Lo despertó el sonido de la lluvia azotando la ventana y los relámpagos que traspasaban las cortinas celestes del dormitorio.

No volvió a llorar desde que salió del salón de artes, pero la necesidad de hacerlo permaneció en él; el nudo en la garganta y el ardor en los ojos. Solo no lo hacía porque era demasiado orgulloso como para aceptar que un estúpido como Jeon Jungkook podía afectarlo.

Si se presentaba a clases el lunes demostraría dos cosas; la primera, que era tan patético como para caer rendido en menos de dos meses ante alguien que no identificaba el sarcasmo en una oración por más que éste estuviera resaltado; la segunda, que le daba exactamente igual lo que los demás pensaran.

Iría porque no tenía razones para detener su vida por alguien que lo juzgaba por una conversación sobre algo que pasó mucho antes de que se conocieran.

—Es que es una niñería —pensaba en voz alta.

Dio varias vueltas sobre la cama antes de hartarse de sí mismo y levantarse al fin. Rondó la habitación en busca de algo que hacer. Ojeó un par de libros que había sobre su escritorio, pero la intranquilidad no le permitió entender nada.

La mañana llegó pronto, solo para que se lanzara de vuelta a la cama, agotado y dispuesto a dormir hasta que se sintiera mejor.

Una opresión en el pecho.

Sangre Pura | KookVDonde viven las historias. Descúbrelo ahora