CAPITULO 2

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Me levanté temprano a la mañana, mientras las chicas pasaban su mañana en el spa del hotel, de compras y de playa yo me estaba cambiando para ir a sacarles fotos a sus maridos bajo el sol mientras entrenaban unas largas horas.
La sensación termica era muy alta en Miami, casi no se respiraba del calor, así que decidí vestirme lo más ligero posible.

No era mi outfit favorito pero no iba a pasar calor las próximas cinco horas

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No era mi outfit favorito pero no iba a pasar calor las próximas cinco horas.
Salí de mi habitación para ir a desayunar pero lo que desayuné fue que el micro ya se había ido hace media hora, tarde tanto eligiendo como vestirme que se me pasó la hora por completo.
Pedí una botella de agua en la recepción y unas frutas para llevar y me dirigí a tomar un taxi a la salida del hotel.
—Era hora— Exclamó mi padre no muy feliz con la situación. — Ponete a trabajar.

Saque mi cámara y comencé a hacer fotos grupales de los chicos mientras entrenaban, era divertido trabajar con ellos porque siempre hacían alguna morisqueta o algo para hacerme reír, claro que yo tenía que disimularlo, a mi papá no le gustaba la idea de que yo conviva mucho con ellos, solo aceptaba a Rodrigo como mi amigo y listo.
—Bien Dibu— Le dije a Emiliano mientras atajaba unas pelotas solo para las fotos. Vi pasar a Enzo y me percate de que los planos que le había hecho anteriormente no habían quedado del todo bien — Enzo te pido unas fotos más pateando para las historias de la AFA y terminamos por hoy.
—Ya está Gaia, me sacaste doscientas fotos, déjame entrenar en paz. — Se giro y se alejo trotando.
— Hey pendejo, ubícate un poco que nadie te hablo mal— Rodrigo salió de atrás mío a defenderme junto con Licha.
— Ya está amigo, no te gastes, aparte terminamos por hoy, me voy a verlos desde algún lugar con sombra y desayunar tranquila. — Le di un beso y me fui tratando de contener las lágrimas que habían desatado el trato de Enzo, conseguí un lugar en la cancha lo suficientemente lejos para llorar en paz y comer una manzana antes de desmayarme. 
— No se si ofrecerte una servilleta o un pañuelo — Sentí una presencia al lado mío.
—Leo— Levanté la mirada y ahí se había sentado Paredes. — ¿Qué haces acá?
—No me incumbe mucho, pero me toca un break ahora, me aleje para llamar a mi familia y te vi venir llorando, no enriendo que pasa entre vos y Enzo exactamente pero sos una chica muy linda con muchas cosas por delate, no pierdas el tiempo con alguien que no te va a dar lo que te mereces. — Las palabras de Leo me sorprendieron y a la vez sabía que tenía razón en todo, pero aunque ya lo había pensando de esa forma no dejaba de afectarme.
— Es largo de contar, quizá algún día con más tiempo lo podamos hablar, pero siento que estoy en trance con el, que nunca voy a poder sentir lo que siento por el, por otra persona. — Le conté, era raro hablar con el, habitualmente esto lo hacía con Rodrigo, Licha o Lionel, nunca antes había hablado con Leandro de esta manera. — Pero gracias por preocuparte Leo.
—Tenes que darte el lugar de conocer a otra persona para que eso pase, estás todo el tiempo con nosotros, empezá a hacer cosas por tu cuenta y vas a ver cuántos príncipes azules conoces... O sapos, lo que más te guste — Ambos nos reímos y el volvió a ponerse serio. — Cuando quieras hablar avísame, voy a estar— Su celular comenzó a sonar con una llamada de Camila, se levantó dejando una palmada en mi hombro y se fue a hablar un poco más lejos.

A ESCONDIDAS - Leandro ParedesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora