Pizza y una botella de vino

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Tengo casi diez minutos esperando afuera de la casa de Briggitte. Dos días antes me dijo de venir para ayudarle con una tarea y ahora que le he estado tocando el timbre nadie sale para abrirme. Creo que Karime tampoco está porque la cochera está vacía, su camioneta debería estar ahí, pero no es así.

Es apenas a la tercera llamada que Briggitte responde su celular.

—¿Por qué no me abres wey? —pregunto en cuanto ella responde.

—¿Estás en mi casa? —usa un tono de voz extrañado.

—Sí, desde hace como diez minutos —respondo —. Querías ayuda con la tarea, ¿no?

—¡Ahh, la tarea! —apenas recuerda —. Perdón, se me había olvidado.

—¿Y en dónde estás?

—En casa de Sian. ¿Te parece si quedamos después?

—Ya, luego me avisas —corto la llamada sin más.

A veces detesto la mala memoria de Briggitte.

Suspiro metiendo el móvil en el bolsillo trasero de mi pantalón, no me queda de otra más que volver a casa. Voy andando por la acera, pateando una pequeña roca que se me ha cruzado en el camino, pensando en que de no haber venido, en este momento ya iría por la mitad del episodio en el que me quedé de la serie que estaba viendo, justo cuando se estaba tornando más interesante, pero no, Briggitte tenía que haberme pedido venir y luego dejarme plantada. Si ese tiempo lo hubiera invertido viendo la serie lo más seguro es que pudiera terminarla hoy, aunque dado a que no es así, probablemente pueda acabarla hasta mañana si es que me da el día para hacer algo más que no sean tareas de la universidad.

Mis pensamientos se desvanecen cuando escucho el claxon de un auto sonar al lado mío. Levanto la mirada para encontrarme con Karime saludando desde el interior del vehículo con los vidrios de las ventanas abajo.

—¿Sabes lo peligroso que es caminar distraída? —ella pregunta sonriendo, asomándose ligeramente.

—Solo estaba pensando un poco —me acerco.

—¿A dónde vas?

—A mi casa —me recargo en la ventana —. Se supone que iba a ayudar a Briggitte con algo, pero no está.

—Sí, fue a casa de Sian—de haberlo sabido no estaría aquí.

—Ya, pues le avisó a todo mundo menos a mí —giro los ojos.

—¿Y qué harás en tu casa?

—Probablemente siga viendo una serie —me encojo de hombros.

Karime tuerce la boca echando un vistazo a la parte trasera de su auto.

—¿Quieres venir conmigo? Tengo pizza y una botella de vino —propone volviendo a mirarme.

Pues lo que ella tiene suena mejor que la lata medio vacía de refresco y el trozo de manzana que tengo en la nevera.

—Bueno, va —ella quita el seguro de la puerta para que yo pueda subir.

No fueron más de tres minutos los que tardamos en llegar a su casa.

—¿Me ayudas a bajar unas cajas? —pregunta yendo a la cajuela.

—Claro —la sigo.

Empezamos bajando las cajas más pequeñas y dejamos las más grandes para el final, bueno, en realidad no son tan grandes, pero sí que pesan.

—¿Qué es todo esto? —pregunto levantando una de las cajas pesadas.

—Mis cosas —Karime cierra la cajuela después de sacar el último contenedor de cartón —. Con esto termino de mudar todo.

I Like Your Mom | Garime G!PDonde viven las historias. Descúbrelo ahora