La chica que te gusta

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Desde la tarde que Karime había ido a dejarla en la universidad para tomar el autobús, Briggitte y sus compañeros habían viajado toda la noche y una buena parte de la mañana hasta que llegaron a la ciudad de su destino.

Briggitte había dormido muy poco en el autobús porque era demasiado incómodo a pesar de haber utilizado su almohada de viaje. A eso de las diez de la mañana habían hecho una parada para desayunar y aprovechar para caminar un poco por los alrededores; fue hasta la una de la tarde que volvieron a subir al autobús para dirigirse al hotel en el que se estarían hospedando.

Los profesores les dieron el resto de la tarde libre para descansar en el hotel, ya que al día siguiente sería cuando irían a visitar algunos sitios turísticos y realizar una que otra actividad con fines académicos.

—Ya puedes usar la ducha —Lau, una compañera de Briggitte le avisó apenas saliendo del cuarto de baño con una toalla para secarse el cabello.

Ambas chicas estaban compartiendo la misma habitación junto con otras dos de sus compañeras. Tenían dos camas dobles, así que las cuatro tenían el espacio justo para cada una.

A Briggitte le habría gustado que la facultad de Gala también se hubiera unido al viaje, pensaba que habría sido mucho más divertido si estuviera ahí con ella.

—ah, gracias —Briggitte se levantó de la cama para buscar algo de ropa en su maleta.

Una vez que tuvo todo lo necesario para ducharse, Briggitte se encaminó al cuarto de baño junto con su celular para escuchar música mientras tanto. A mitad del baño, cuando estaba enjabonándose el cuerpo, la música se detuvo cuando el timbre de una llamada entrante se hizo escuchar. Briggitte se enjuagó las manos para quitarse el jabón y las secó con su toalla antes de contestar.

—¿Qué estás haciendo? —la voz de Sian resonó a través del altavoz.

—Me estaba bañando —respondió Briggitte—. ¿Qué pasó?

—¿Quieres venir a ver películas en mi habitación más tarde?

—¿Tus compañeros estarán ahí?

—No, quieren ir a dar vueltas por el hotel.

—Okay, entonces te veo en un rato.

Briggitte finalizó la llamada y continuó duchándose. Al terminar se vistió dentro del baño y salió con el cabello húmedo. Se tomó su tiempo para secarse el cabello completamente con la toalla, se puso unas sandalias cómodas y se encaminó a la habitación de su novio. No tenía mucha prisa en llegar allá, así que subió al siguiente piso por las escaleras en vez de usar el elevador.

Una vez que estuvo frente a la puerta número cuatrocientos, levantó el brazo y chocó sus nudillos contra la madera. En cuestión de segundos, Sian giró el cerrojo desde adentro y abrió la puerta.

—Pasa —se hizo a un lado para dejar que Briggitte entrara —. Compré algunos dulces en la máquina expendedora.

—¿También gomitas? —preguntó Briggitte.

—No había de tus favoritas, pero sí estas de sandía —Sian le pasó el pequeño empaque de golosinas blandas.

—Me gustan —dijo satisfecha. Rompió la bolsita y se llevó un par de gomitas a la boca —. ¿Qué película vamos a ver?

—Elige la que tú quieras, menos una de terror —dijo Sian.

Briggitte no pudo evitar sonreír al pensar que sería algo que Montes también habría dicho.

—¿Te dan miedo?

—No, pero son aburridas —se tiró en la cama y encendió el televisor —. Casi siempre tratan de lo mismo.

I Like Your Mom | Garime G!PDonde viven las historias. Descúbrelo ahora