Cínica y descaradamente

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—¿Qué pasa? —preguntó Karime sin despegar la vista de la carretera. Una de sus manos sujetaba el volante y la otra la palanca de los cambios de velocidad del auto.

Se encontraban de camino al dichoso evento de la corporación de la que Karime formaba parte. La pelinegra había pasado a recoger a Gala, quien quedó hipnotizada desde el primer instante en que la vio esperando afuera de su casa. Una blusa negra de cuello alto, una chaqueta de vinipiel, una falda corta, medias semitransparentes y botas altas del mismo color fueron suficientes para dejar a Montes impresionada, con la boca abierta y babeando. Ese estilo casual y juvenil le sentaba de maravilla.

—¿De qué? —Gala tenía una enorme sonrisa en su rostro. Sus ojos no veían más que a una bella mujer luciendo extremadamente atractiva mientras conducía.

—No has dejado de mirarme en todo el camino —era capaz de sentir la mirada de la pelirroja sobre ella —. ¿Tengo algo en la cara?

—¿Además de belleza? No lo creo —dijo consiguiendo que Karime soltara una risita tímida y sus cachetes se tiñeran ligeramente rosas —. Me encanta cómo te ves hoy. Siempre te ves hermosa, pero esta vez estás radiante.

—Basta —el calor en el rostro de Karime incrementaba con los cumplidos que la más joven le regalaba —. Te siento muy animada —podía percibir una vibra enérgica proveniente de Montes.

—Estoy feliz de venir contigo —admitió —. Aunque no vaya a poder besarte, me alegra mucho haber venido juntas.

—¿Podrás soportar no besarme? —soltó la palanca de velocidades para buscar la mano de Gala y entrelazar sus dedos.

—Creo que puedo hacerlo —dijo bastante segura de su resistencia.

—Veremos —sonó como si tuviera algo planeado.

—No estarás pensando en sabotearme, ¿verdad? —Montes sospechó.

—¿Y qué podría hacer yo? —sonrió traviesamente.

—No lo sé, pero tengo la extraña sensación de que vas a intentar hacer algo.

—hermosa, estás pensando demasiado —se burló.

—Eso espero —dijo mirándola con los ojos entrecerrados.

Arribaron al sitio en un aproximado de veinte minutos. Afuera del lugar había un montón de vehículos estacionados, por lo que fue un poco complicado localizar un espacio para aparcar, pero al final lo encontraron en el rincón de un callejón algo alejado de la entrada.

—¿Cómo debería presentarme? —preguntó Gala.

—Solo di tu nombre.

—Hola, soy Gala, la hija de Karime —quiso ponerlo en práctica.

El entrecejo de Karime y su nariz se arrugaron al mismo tiempo.

—¿Qué? ¿No te gusta cómo se escucha? —Gala se rio al ver la expresión de disgusto en el rostro de la mayor.

—Suena horrible —negó sacudiendo la cabeza. Desabrochó su cinturón de seguridad y abrió la puerta del auto para bajar del mismo; Gala la siguió.

—¿Por qué? —formuló rodeando el frente del carro para llegar hasta Karime.

—En primera, porque es mentira —avanzó tres pasos hasta la pelirroja e hizo que retrocediera hasta que su cuerpo hizo contacto con el auto —. Y en segunda, porque no hay manera de que pueda hacer esto si fueras mi hija —cerró sus brazos por detrás del cuello de Gala, la atrajo hacia ella y alzándose de puntitas, plantó un beso en sus labios. Su boca no reparaba ni se reprimía, se regodeaba con el sabor de la otra, explorando y regocijándose con la suavidad del acto y el calor que el mismo desenvolvía.

I Like Your Mom | Garime G!PDonde viven las historias. Descúbrelo ahora