Paso a paso

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El siguiente amanecer fue una mezcla de tranquilidad y confusión para Max. Los primeros rayos de sol se colaban por la ventana de la habitación, iluminando los rostros tranquilos de ambos pilotos. Sergio aún dormía, su respiración era suave y rítmica, mientras Max, con la cabeza apoyada en su pecho, sentía el latido constante de su corazón.

A pesar de la calma que lo envolvía en ese momento, Max no podía evitar que su mente comenzara a trabajar a toda velocidad. Lo que había pasado la noche anterior fue más de lo que esperaba, pero no se arrepentía. Al contrario, sentía una extraña mezcla de miedo y emoción. Nunca había sido alguien que mostrara vulnerabilidad tan abiertamente, pero con Sergio, las barreras que había construido a lo largo de los años parecían desmoronarse una a una.

Max se movió lentamente para no despertar a Sergio, pero al hacer esto, los brazos del mexicano lo envolvieron con más fuerza, como si su cuerpo lo hubiera sentido moverse.

No te vayas todavía —murmuró Sergio con voz ronca, aún entre sueños.

Max sonrió levemente, relajándose de nuevo entre los brazos de Sergio. Cerró los ojos y permitió que el silencio de la mañana se prolongara un poco más. Pero sabía que esa calma no duraría para siempre. Tenían un día complicado por delante, y pronto, ambos tendrían que enfrentar la realidad del paddock, las cámaras, y las expectativas que venían con ser pilotos de uno de los equipos más exitosos de la F1.

Unos minutos más tarde, Sergio abrió los ojos lentamente, encontrándose con la mirada de Max.

¿Estás bien? —preguntó Sergio, estirándose mientras sonreía levemente. A pesar de lo mucho que había pasado, parecía relajado, como si nada en el mundo pudiera afectarlo en ese momento.

Sí... solo estaba pensando en lo que viene —admitió Max, su tono un poco más serio.

¿Te preocupa que alguien se dé cuenta? —Sergio se incorporó un poco en la cama, apoyándose en los almohadones mientras observaba atentamente a Max.

Max se encogió de hombros. Sabía que Sergio lo entendía mejor que nadie. La presión constante de ser observado, no solo por los medios, sino por el equipo, los patrocinadores, los fans. Todo lo que hacían era analizado y diseccionado hasta el más mínimo detalle.

No sé cómo lo vamos a manejar —dijo Max finalmente, mirando el techo—. Pero lo que sé es que quiero intentarlo. No quiero que lo que pasó anoche se quede solo en eso... una noche.

Sergio lo miró fijamente por un momento antes de asentir.

Lo manejaremos, Max. Como hemos manejado todo lo demás. Juntos. Esto no va a ser fácil, pero ninguna de las cosas que valen la pena lo son —dijo Sergio, tomando la mano de Max, apretándola suavemente como si fuera un recordatorio de que no estaba solo.

Después de compartir una ducha rápida y vestirse, ambos salieron del hotel. El día estaba despejado y soleado, pero la tensión de lo que les esperaba en la pista ya se podía sentir en el aire. Max y Sergio se miraron antes de subir a sus respectivos autos de traslado hacia el circuito.

Recuerda, güero —dijo Sergio mientras se subía a su auto—, lo tomamos paso a paso. Y hoy, el único objetivo es seguir sumando puntos para el equipo. Todo lo demás... lo resolvemos luego.

Max asintió, sabiendo que Sergio tenía razón. Pero eso no quitaba el peso que sentía en su pecho. La vida dentro del circuito era caótica, y si algo salía a la luz, no solo sus carreras estarían en juego, sino también la relación que habían empezado a construir.

Al llegar al paddock, todo volvió a la normalidad. Saludaron al equipo, atendieron las reuniones técnicas y revisaron la estrategia para la carrera. Todo parecía rutinario, pero en cada interacción, ambos sabían que había algo más, algo que solo ellos compartían.

El rugido de los motores resonaba mientras los preparativos para la carrera comenzaban. Max se colocó el casco, ajustando cada detalle de su equipo con precisión. Pero justo antes de entrar al coche, sintió la mirada de Sergio desde el otro lado del garaje. Se encontraron por un breve segundo, y aunque no dijeron nada, ese simple gesto le dio a Max la calma que necesitaba para concentrarse.

Cuando la carrera comenzó, fue como si el mundo exterior desapareciera. Max estaba en su zona, conduciendo con una precisión casi impecable. Sergio no se quedaba atrás, manteniendo su ritmo y presionando a los pilotos que tenía delante. Ambos, como siempre, estaban sincronizados en la pista, complementándose, trabajando como el equipo perfecto que todos sabían que eran.

Sin embargo, al cruzar la meta, algo dentro de Max cambió. Había ganado la carrera, pero en lugar de la euforia habitual, lo primero que hizo fue buscar a Sergio. Necesitaba verlo, necesitaba compartir ese momento con él de una manera que iba más allá del trabajo. Sergio venía atrás de él, pero no verlo en el estacionamiento de los primeros tres lugares se le hizo demasiado raro.

¿Y Checo? - preguntó el neerlandés por el radio.

Tuvo una penalización y quedó en quinto - contestó su equipo.

Ese victoria Max no la celebró como le hubiera gustado.

Cuando finalmente se encontraron en el garaje, Max no pudo evitar la sonrisa que apareció en su rostro al ver a Sergio acercarse con su casco bajo el brazo.

Buen trabajo, güero —dijo Sergio con una sonrisa, dándole una palmada en el hombro.

Max, sin poder contenerse, le devolvió la sonrisa y susurró lo suficientemente bajo para que solo Sergio pudiera oírlo - Tú eres mi verdadero equipo.

El brillo en los ojos de Sergio fue todo lo que Max necesitó para saber que, aunque el camino por delante sería difícil, lo enfrentarían juntos.

Obsessed | Chestappen Where stories live. Discover now