Estirando los limites

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Max sabía que Julia y Checo se habían amado. Y tal vez el estaba resentido sin justificación. Pero sentía celos. No podía evitarlo.

El calendario de la Fórmula 1 llevó al equipo a Canadá, donde las temperaturas frescas contrastaban con la intensidad de las carreras. Después de un largo día de entrenamientos y reuniones, Max decidió pasar un rato en el gimnasio del hotel para despejar su mente.

Mientras levantaba pesas, vio a Sergio entrar. No pudo evitar observar cómo Sergio saludaba a algunos compañeros y comenzaba a calentar en una máquina de remo. Max sintió un impulso inexplicable de acercarse y hablar con él.

¿Te importa que entrene contigo? - preguntó Max tímidamente.

Para nada - dijo Sergio con ese semblante feliz aunque un poco confundido - únete.

A Max realmente le tocaba pierna, pero estaba dispuesto a volver hacer espalda.

Se pusieron a entrenar juntos, pasando de una máquina a otra, intercambiando bromas y comentarios sobre las carreras. Ambos disfrutaban de esa mutua compañía.

Después de un rato, ambos decidieron tomar un descanso. Se sentaron en un banco, bebiendo agua y respirando profundamente. Sergio, con su habitual sonrisa, miró a Max.

—Eres un competidor increíble, Max. Siempre me impresionas en la pista.

Max se sintió sorprendido y halagado por el comentario—. Gracias, Sergio. Tú también eres increíble.

Sergio se rió y le dio una palmada amistosa en la espalda—. Es bueno tener esa competencia sana. Nos hace mejores a ambos.

Max dudo un momento de aquella rivalidad que el neerlandés se había inventado. Sintió un calor en su pecho por el gesto de Sergio. Decidió aprovechar el momento para conocerlo un poco más.

Sergio, ¿te importaría mostrarme algunos de tus movimientos de estiramiento? Siempre he visto que tienes una gran flexibilidad.

Claro, Max. Ven, te enseño —dijo Sergio, poniéndose de pie y comenzando a hacer algunos estiramientos.

Max lo siguió, observando atentamente cada movimiento. Intentó imitar los estiramientos, pero no podía evitar sentirse un poco torpe en comparación con la facilidad con la que Sergio se movía.

Aquí, déjame ayudarte —dijo Sergio, acercándose a Max y colocando sus manos en sus hombros para ajustar su postura.

Max sintió el contacto de las manos de Sergio como una corriente eléctrica. El simple toque de sus manos lo hizo sentir una mezcla de nerviosismo y emoción. Sergio, por otro lado, parecía completamente concentrado en ayudar a Max con sus estiramientos.

Así está mejor. Solo necesitas relajarte un poco más —dijo Sergio, sonriendo y apartándose.

Max asintió, tratando de calmar su respiración acelerada. —Gracias, Sergio.

Siempre es bueno compartir lo que sabemos —respondió Sergio con naturalidad.

La sesión de estiramientos continuó, con Sergio mostrando más movimientos y Max esforzándose por seguir su ejemplo. Cada vez que Sergio lo tocaba para corregir su postura, Max sentía un cosquilleo en su piel. Aunque Sergio no parecía darle importancia, para Max, esos momentos eran profundamente íntimos.

Al final de la sesión, ambos estaban sudorosos y cansados, pero satisfechos con el entrenamiento. Se sentaron nuevamente en el banco, bebiendo agua y recuperando el aliento.

—Gracias por entrenar conmigo, Sergio. Realmente disfruté esto —dijo Max, mirando a su compañero.

—Yo también, Max. Es bueno tener a alguien con quien compartir estas cosas —respondió Sergio, sonriendo.

Realmente ninguno de los dos chicos sabía lo que realmente estaba pasando. Pero Sergio estaba agradecido de por fin tener una buena relación con su compañero de equipo.

Aunque al principio fue un poco incómodo que Max fuera quien salía con Julia checo lo fue aceptando, no del todo, pero hacía el intento. A él de verdad le alegraba que max se empezara a acercar a él. Siempre se había llevado bien con sus compañeros de equipo, claro quitando a Ocon de la ecuación. Era un respiro para Sergio poder llevarse bien con Max.

Esa noche, mientras Max se preparaba para dormir, no podía dejar de pensar en la sesión de entrenamiento con Sergio. Para Sergio, había sido solo un entrenamiento más, un momento de camaradería entre compañeros de equipo. Pero para Max, había sido algo mucho más significativo. Cada toque, cada sonrisa, había dejado una impresión duradera en su mente.










Esa noche Sergio me llevó serenata bajo la luz de la luna - dijo Julia con una sonrisa melancólica.
Max se imagina la escena: Sergio, sentado bajo un árbol, con la luz de la luna iluminando su rostro mientras sus dedos se deslizan por las cuerdas de la guitarra. La imagen es tan romántica que Max no puede evitar sentir una mezcla de celos.

Obsessed | Chestappen Where stories live. Discover now