Sombras del pasado

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Sergio realmente no esperaba que la ruptura con Julia lo molestara tanto. El la había dejado porque sentía que no era lo que necesitaba, lo que quería. El mundo de motor era su pasión pero al ver a Max y Julia juntos no podía evitar sentir una pulsada de celos. El cuando los encontraba riendo juntos se preguntaba si Julia lo extrañaba o si mínimo lo recordaba.

Sergio por un tiempo dudó si realmente la seguía amando o solo estaba tan acostumbrado a ella y a no estar solo que olvidó lo que era realmente amar a alguien.

Mientras caminaba hacia el garaje, vio a Julia y Max conversando cerca de uno de los coches. Max estaba riendo, y Julia tenía esa sonrisa que Sergio solía adorar. Se obligó a mirar hacia otro lado y se concentró en su propia preparación. La envidia y la tristeza eran como una mezcla tóxica que no sabía cómo manejar.

En el garaje, los mecánicos y técnicos se movían rápidamente, cada uno cumpliendo su papel. Sergio se unió a ellos, enfocándose en cada detalle de su coche. Los compañeros de equipo notaron su estado de ánimo y trataron de animarlo. Xavi, uno de sus entrenadores, se acercó y le dio una palmada en la espalda.

—Vamos, Sergio, no dejes que esto te afecte. Eres uno de los mejores pilotos aquí. Concéntrate en eso.

Sergio forzó una sonrisa y asintió, agradecido por el apoyo de su amigo. Pero la verdad era que cada vez que veía a Julia y Max juntos, una punzada de celos lo atravesaba. Era como si una parte de él no pudiera dejar ir lo que una vez tuvieron.

Sergio no estaba acostumbrado a estar solo.

Mientras tanto, Max también lidiaba con sus propios conflictos internos. Max deseaba a Julia, su cintura y su cadera lo volvían loco, pero realmente no conectaban, Julia no dejaba de hablar de Sergio y Max no dejaba de compararse.

Max tenía tres campeonatos, pero no era suficiente, pareciera que Max quería ser Sergio.

Una tarde, después de un largo día de entrenamiento, Max y Julia estaban sentados en una pequeña área de descanso.

—¿Sabías que Sergio solía tener esta superstición ridícula? —dijo Julia con una risa—. Siempre usaba calcetines de colores diferentes en los días de carrera porque creía que le daban suerte.

Max se encontró sonriendo genuinamente por primera vez en días. La historia lo hizo imaginar partes de Sergio que no conocía. Nunca pensó que fuera un supersticioso. A medida que Julia continuaba hablando, Max se dio cuenta de que estaba prestando más atención de lo habitual. Sentía la necesidad de empezar a empatizar con su compañero, sobretodo porque le convenía más tener a la competencia cerca.

Yo también tengo una tradición rara - mintió Max y Julia asintió con curiosidad. - Me como una oreo con mostaza antes de cada carrera. Si no la cómo se que será una carrera mala.

Julia hizo una mueca ante aquella combinación tan interesante y asquerosa, y se vio llevándole oreos con mostaza a Max antes de cada carrera, práctica y qualy.

Y Max con tal de mantener la farsa de lo comía, aunque terminara con ganas de vomitar.

Ese día más tarde max se encontró buscando en Google el nombre de Julia y el de su compañero de equipo. Vio sus ojos cafés, su traje de piloto, su trasero. Checo era muy atractivo no pudo evitar sentir celos. Julia había estado con el o el había estado con Julia. De cualquier manera sentía celos.

Un día después de un entrenamiento que resultó intenso, Sergio se encontraba sentado en la sala de descanso con su mirada fija en su lata de red-bull.

Max no puedo evitar notarlo y tomó la oportunidad para poner en marcha su estrategia.

¿Todo bien? - preguntó Max y Sergio no pudo esconder la cara de sorpresa. Sergio sabía que Max no lo quería tanto y que todo se había ido un poco más en declive desde lo de Brazil, aunque el ya no tenía rencores.

Si, hoy fue un día largo - dijo el mexicano.

Max asintió, tratando de encontrar las palabras adecuadas. - Sé que no es fácil, especialmente con todo lo que ha pasado recientemente. Pero, si necesitas hablar o distraerte, aquí estoy.

Sergio agradeció el gesto, aunque no estaba seguro de qué esperar de esta nueva atención de Max. Aceptó la oferta con una sonrisa forzada y una ligera inclinación de cabeza.

—Gracias, Max. Lo aprecio.

Sabías que los gatos duermen el 70% de su vida - dijo Max sin pensarlo y de una manera muy rara y Sergio no pudo evitar no reír.

Max no sabía porque había soltado ese dato tan estúpidamente innecesario pero había servido para romper el hielo.

La conversación se desvió hacia temas más ligeros: la estrategia para la próxima carrera, las mejoras en los coches y las anécdotas del equipo. Durante esos momentos, Max se dio cuenta de porque a Julia le gustaba tanto hablar con Sergio. Había una sinceridad y una profundidad en sus conversaciones que lo atraían.

Si alguien supiera cuánto Max piensa en el castaño, la gente pensaría que Max está enamorado.












Mientras conducía de regreso a casa una noche lluviosa, Max recordó otra historia. Su novia había mencionado una vez cómo Sergio había manejado durante horas en medio de una tormenta para recogerla cuando su coche se averió.

"Fue tan valiente," había dicho ella. "No le importó el clima ni las horas de conducción. Solo quería asegurarse de que estuviera a salvo."

Max, mientras miraba la lluvia golpear su parabrisas, se dio cuenta de que nunca había hecho algo tan heroico por nadie. Sabía que Max nunca podría competir contra eso.

Obsessed | Chestappen Where stories live. Discover now