12. El retorno al Bosque

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Un mes después...

El Bosque del Rey Hada estaba más exuberante de lo que Ban recordaba, a pesar de las aciagas circunstancias de la última vez que lo había visitado. En todos aquellos meses, los árboles parecían haber crecido de forma exponencial y haberse vuelto más frondosos, incluso sin la influencia del poder del Árbol Sagrado; aquel que Ban, sin dudarlo, había sacrificado para devolver a su amor a la vida. El gran Árbol, por su parte, parecía haber multiplicado la cantidad de cobertura rosada sobre sus ramas hasta un extremo cercano al de hacía veinte años.

Elaine volaba a su lado, ceñida por su brazo poderoso en torno a la cintura y claramente emocionada por regresar; lo que demostraba el hecho de que toda ella parecía brillar más de lo normal, más cuanto más se aproximaban al centro del Bosque. Por un momento, Ban sintió una ligerísima punzada de remordimiento, sobre todo al pensar que quizá deberían haber vuelto antes. Sin embargo, Elaine se giró de inmediato al escuchar aquello en su mente, antes de que él pudiese evitarlo; para su alivio, sonrió y se inclinó para besarlo con suavidad.

«No me arrepiento de nada», susurró ella entonces en su mente.

Ban, emocionado, le apretó la cintura con cariño y rozó su nariz contra la de ella, mimoso, antes de devolverle un tierno pensamiento en respuesta. No obstante, antes de que una sonrojada Elaine pudiera decirle nada más, una voz conocida procedente de unos metros más allá los devolvió a la realidad:

—¡Ban! ¡Ya era hora, tardones!

El aludido mostró una amplia sonrisa.

—¡Eso será que vosotros llegáis siempre demasiado pronto! —replicó, jovial, mientras llegaban a su altura y Elaine y Elisabeth se saludaban a su vez, efusivas—. ¿Cuánto lleváis por aquí?

—No le hagas caso, Ban —le aconsejó entonces la esposa de su mejor amigo—. Tampoco hace tanto que hemos llegado.

Meliodas se limitó a sonreír a su vez, pillado en falso.

—¿Qué? ¿Echamos un pulso de reencuentro, Ban?

Al bandido, como era de esperar, le brillaron los ojos solo de pensar en aquella perspectiva. Sin embargo, dos voces autoritarias resonaron en ese instante sobre sus cabezas, anulando toda la posible diversión:

—¡Ah, no! ¡Eso sí que no! —dijo la femenina—. No en mi Bosque, capitán.

—Vaya... Y yo que creía que tendría que regañar primero a Ban... —terció la segunda, masculina, aunque juvenil y no exenta de cierta ironía.

—¡Hermano! —gritó entonces Elaine, emocionada, antes de ascender volando para abrazar a King—. Te he echado de menos.

El Rey Hada Harlequín esbozó una sonrisa cargada de ternura.

—Yo a ti también, Elaine —inclinó la cabeza y encaró a su cuñado—. Bienvenidos de nuevo, Ban. ¿Qué tal ha ido el viaje?

Elaine rio, excitada, por toda respuesta. Ban, por su parte, se limitó a alzar la barbilla con media sonrisa divertida.

—Como si hubiéramos salido ayer de Liones —bromeó, mientras su mujer descendía y volvía a dejarse ceñir por su brazo libre, el que no portaba la bolsa de viaje—. A mí al menos se me ha hecho corto, a pesar de ser casi un año. ¿Y a ti, Elaine?

Ella asintió, risueña. Por un instante, los dos amantes se miraron, inseguros de cuándo deberían darle la noticia a King. Pero, por el momento, este fue quien distrajo sus pensamientos con otros menesteres.

—Me alegro —les dijo, descendiendo también casi hasta su altura, seguido del torso inclinado de Diane—. Así que, ahora que estáis aquí creo que podemos terminar de organizarlo todo.

En tiempos de paz (SDS - Ban & Elaine)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora