En el inicio de un nuevo año en el castillo de Hogwarts, la atención se centra en los Slytherin, quienes enfrentan una grave desventaja debido a su polémica reputación. Las tensiones aumentan cuando surge la sospecha de que uno de los suyos ha desat...
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Las semanas siguientes en Hogwarts transcurrieron con la habitual normalidad, aunque para Selena, todo se sentía un poco diferente. Ya no era la estudiante rezagada de su primer año. Había trabajado arduamente y ahora se contaba entre las mejores de su clase, al lado de Hermione Granger, quien la observaba con asombro cada vez que Selena lanzaba un hechizo con una fluidez admirable.
Sin embargo, ser clarisintiente también traía consigo desafíos que Selena no había anticipado. A menudo, sus intentos de conectar con las emociones de los demás resultaban frustrantes. Había momentos en que se sentía completamente vacía, incapaz de captar nada. Con Neville, Hermione y Pansy, la conexión era casi mágica; sus emociones vibraban ante ella como un eco. Pero con Draco, un enigma andante, sus sentimientos eran indescifrables. A menudo se sorprendía al notar cómo él sonreía con burla al ver su frustración, y eso la hacía sentir aún más impotente.
Las escapadas nocturnas seguían siendo una emocionante rutina. Era fascinante explorar los pasadizos secretos de Hogwarts, practicar hechizos avanzados y seguir intentando controlar su Obscurial. Había encontrado un refugio en el baño de chicas del primer piso, donde Myrtle, la Llorona, aparecía ocasionalmente. La fantasma no le guardaba rencor; al contrario, era sorprendentemente amable, compartiendo chismes sobre los alumnos mientras se movía en un vaivén etéreo. A veces, Selena podía sentir la tristeza en la mirada de Myrtle, como si un vacío la acompañara eternamente.
Era sábado por la noche, y la falta de hambre llevó a Selena a saltarse la cena. Con paso decidido, se dirigió al baño de chicas. Esperaba que esta vez su Obscurial mostrara señales de vida. Al asomarse, no vio a Myrtle, así que se sentó en el frío suelo de los azulejos, cerrando los ojos en un esfuerzo por concentrarse. Sin embargo, tras varios minutos de espera, no sintió nada.
—¿Qué intentas hacer esta vez? —preguntó Myrtle de repente, apareciendo de la nada y asustando a Selena. Ella dio un pequeño saltito, llevándose la mano al pecho, sintiéndose un poco tonta al verse tan sorprendida.
—¡Myrtle! —exclamó, riéndose nerviosamente mientras su corazón se recuperaba del susto. Se pasaba la mano por el cabello, intentando recuperar la compostura.