Liliana Potter Una chica con una personalidad algo cuestionable , ambiciosa, orgullosa y sobre todo astuta. Harta de ser la sombra de su hermano, Harry Potter ; buscará la forma de sobresalir y si es necesario ser aliada del enemigo para ser vista l...
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La sala común de Slytherin era un hervidero de actividad. Liliana, Draco, Theodore, Blaise y Daphne se habían reunido para la cena. Su brazo, envuelto en una venda blanca, aún le causaba ciertas molestias, pero con cada día que pasaba se sentía mejor.
—¿Cómo va ese brazo, Lili?— preguntó Theodore, clavando una mirada comprensiva en ella.
—Mucho mejor, gracias. Ya casi puedo mover los dedos— respondió Liliana con una sonrisa débil.
Mientras conversaban, sus ojos se desviaron hacia una mesa cercana donde las hermanas Patil charlaban animadamente. Liliana frunció el ceño inconscientemente. Tan inocentes, o eso le hacían créer a los demás.
Justo cuando iba a apartar la mirada, sintió una presencia intensa clavada en ella. Giró la cabeza y sus ojos se encontraron con los de Cormac McLaggen. El pelirrojo le dedicó una sonrisa que rozaba lo arrogante, Liliana alzó una ceja y frunció el ceño levemente, para luego apartar la vista, fingiendo desinterés.
—¿Todo bien, Lili?— preguntó Draco, notando la actitud de la chica
—Sí, sí, solo... me distraje—respondió ella y siguió comiendo
[...]
La sala común de Slytherin estaba adornada con guirnaldas de muérdago y luces titilantes. El ambiente festivo de la Navidad contrastaba con la creciente tensión que se respiraba en el aire. Liliana, Draco, Theodore y Blaise se encontraban reunidos alrededor de la chimenea, disfrutando de un ponche caliente.
De repente, una lechuza golpeó la ventana, entregando una carta a Liliana. La joven bruja la abrió con curiosidad, su corazón latiendo con fuerza. Al leer el remitente, sus ojos se abrieron de par en par. Era de Cormac McLaggen.
—¿De quién es?— preguntó Draco, notando su expresión de sorpresa.
Liliana dudó un momento antes de responder:
—De... McLaggen
La sala común de Slytherin se había quedado en silencio después de que Liliana abriera el regalo de Cormac. La tensión era palpable.
Los demás intercambiaron miradas significativas.
—McLaggen... ¿Estás segura?—preguntó Theodore, entrecerrando los ojos.
