Liliana Potter Una chica con una personalidad algo cuestionable , ambiciosa, orgullosa y sobre todo astuta. Harta de ser la sombra de su hermano, Harry Potter ; buscará la forma de sobresalir y si es necesario ser aliada del enemigo para ser vista l...
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Un cálido sol bañaba el patio de Hogwarts, donde un grupo de estudiantes se había reunido para una partida de ajedrez mágico. Theodore y Draco, con sus habituales expresiones seguras de sí mismos, parecían llevar las de ganar. Liliana, frustrada por sus piezas que se negaban a cooperar, golpeó la mesa con frustración.
—¡Pero cómo es posible que vayamos perdiendo!—exclamó, su voz cargada de indignación.
Blaise, con una sonrisa burlona, respondió:
—Quizás la suerte simplemente no está de tu lado hoy, Liliana.
Draco, con una ceja alzada, agregó:
—O quizás simplemente no eres tan buena jugadora como nosotros.
Liliana lo fulminó con la mirada.
—Eso ya lo veremos.
Daphne, que hasta ese momento había estado sumergida en un libro, levantó la vista y sonrió con ironía.
—Creo que alguien necesita un poco de práctica.
Draco, fingiendo seriedad, se dirigió a Liliana.
—Sabes, podría darte algunos de mis puntos. Sería una lástima que perdieras tan pronto.
Liliana lo miró con escepticismo.
—No, gracias, Malfoy. No necesito tu caridad.
Draco mantuvo la expresión seria, pero sus ojos brillaban con diversión.
—Estoy siendo completamente sincero, Liliana. Me gustaría que ganaras.
Liliana esbozó una sonrisa sarcástica.
—Muy amable de tu parte, Malfoy, pero creo que puedo ganar por mí misma.
Y así, la partida continuó, con Liliana luchando por revertir la situación. A pesar de sus esfuerzos, Draco y Theodore se mantuvieron firmes en su posición, y al final, se alzaron como los vencedores.
Liliana, aunque decepcionada, no pudo evitar reírse. Había sido una tarde divertida, a pesar de la derrota. Y aunque Draco había intentado ser amable, ella sabía que en el fondo, estaba disfrutando viéndola perder.
[...]
Liliana y Daphne se encontraban acurrucadas en el sofá de la Sala Común, sumidas en una animada conversación. El tema central era el collar que Cormac McLaggen le había regalado a Liliana por navidad, Daphne, con su habitual ceño fruncido, no ocultaba su desaprobación.
—De verdad, Liliana, no entiendo por qué lo aceptas. Es evidente que solo quiere llamar tu atención— comentó Daphne, jugueteando con su varita.
Liliana suspiró, cansada de la insistencia de su amiga.
