Capítulo 5

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Solo camina, Joey...

Asegúrate de no correr y llamarlos, aunque estés aterrado


Joey caminaba unos pasos por delante de nosotros, sus hombros lucían encorvados y su cabeza, cabizbaja, no dejaba de ver hacia el frente mientras lo seguíamos sin perderlo de vista. Me había colocado la cámara en el cuello, resguardándola como método de retención.

Seguía caminando por el sendero del bosque, concentrada en evitar tropezar con las ramas secas y las raíces que sobresalían del suelo, cuando entonces el suave zumbido de mi celular en el bolsillo derecho de mi pantalón me pasó casi desapercibido. 

El murmullo de las hojas al viento y el crujir bajo mis pies resultaban un eco constante, así que cuando el celular vibró nueva vez, asumí que sería alguna notificación de mis redes sociales. Probablemente algún mensaje sin importancia. No me detuve.

Avancé con paso firme, sorteando un tronco caído que bloqueaba parcialmente el camino. En cuanto pasé por encima, el celular volvió a vibrar, esta vez más intensamente. Me sobresalté un poco, casi tropezando. Miré de reojo el bolsillo, pero aún así decidí ignorarlo de nuevo. Probablemente solo fueran más notificaciones. No podía distraerme en ese momento.

El sendero se inclinaba ligeramente hacia abajo y, al rodear una gran roca cubierta de musgo, el celular vibró una tercera vez. Esa última vibración me sacudió más de lo que esperaba. Me detuve en seco, incapaz de reprimir la creciente curiosidad. No era común recibir tantas notificaciones seguidas, y mucho menos algo urgente a estas horas. Sentí la calidez del aparato en mi mano cuando lo saqué del bolsillo, y la pantalla se iluminó con dos mensajes.

Dos de mi prima Emma.

Mi corazón se sobresaltó. 

Emma... hacía meses que no hablaba con ella. 

La última vez que su nombre apareció en mi pantalla, fue para decirme que andaba ocupada en su trabajo y que nos pondríamos al día pronto. Deslicé mi dedo sobre la pantalla táctil, revelando sus mensajes.

"Hola.''

Luego otro.

"¿Andas en clases?"

Pero lo que verdaderamente me dejó sin aliento fue el tercero:

"Se suponía que iba a ser una sorpresa, porque eso hablé con mis tíos, pero igual sé que las odias, así que te cuento que pasaré estos últimos dos meses del año en Mistwood de vacaciones de mi trabajo. Hazme un buen espacio en tu cuarto."

Me quedé congelada.

Mientras revisaba los mensajes, sentía la vibración persistente en mi mano cuando le mandé un emoji de sorpresa a Emma para contestarle y esta lo reaccionó inmediatamente con un emoji de carita sonriendo y después el de un auto.

Sin embargo, algo más parecía resonar cerca de mí.

Aunque no mirara a Liam directamente, sabía que su atención debía estar en el chico que seguíamos, pero de reojo capté el movimiento de su cabeza, desviándose ligeramente hacia mí. A pesar de que pretendía estar concentrado en otra cosa, no podía ignorar cómo, en esos breves momentos, sus ojos afilados se posaban en mi mano derecha y me pinchaba con una sensación incómoda, como si quisiera desentrañar lo que yo estaba leyendo pero sin ceder al impulso de preguntar. 

No lo haría, no ahora.

"Liam no es de los que hacen preguntas innecesarias", pensé, convencida de que preferiría aparentar que no le importaba, incluso si lo estaba carcomiendo por dentro. Pero el visaje en su rostro, lejos de ser neutral, no me inspiraba confianza. Había algo oscuro en su expresión, una tensión subyacente, como si aquello que estuviese sintiendo lo tuviera al margen de todo y reaccionara en alerta ante cualquier desliz. 

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