Capítulo 12

38 7 4
                                    


Una frígida noticia


El cansancio me pesaba en cada músculo mientras llegaba a casa. Sentía como si el día me hubiera golpeado desde todos los ángulos posibles. 

Eerievale fue todo un caos y la frustración de no haber encontrado a Helena me seguía como una sombra que me asfixiaba. Desde que la vi salir de la cafetería con Josh no los volví a ver por ningún lado. Busqué por los pasillos, me asomé en el patio, incluso al final de las clases, pero nada.

Desaparecidos.

Y el hecho de que estuviéramos en grados diferentes no ayudaba en lo absoluto. Me preocupaba no saber cómo estaban los otros chicos después de lo de la cabaña y aún más el no poder agradecerle a Helena como se merecía por haberme apoyado ese día.

Subí las escaleras de casa sin ganas, tirando la mochila en el suelo de mi habitación antes de dirigirme al baño. El agua caliente caía sobre mi piel, tratando de llevarse el peso del día, pero ni siquiera eso lograba despejar mi mente. Las imágenes de Helena y Josh seguían rebotando en mi cabeza, junto con el malestar de no saber qué demonios estaba pasando en el instituto.

Había demasiadas preguntas y muy pocas respuestas.

Me enjaboné el cabello con champú, tratando de sacudirme esos pensamientos, aunque sabía que era inútil. Algo más estaba en el aire y lo sentía desde lo más profundo de mis entrañas.



Cuando finalmente salí del baño, me puse ropa cómoda y bajé las escaleras, encontrando a mamá en la cocina, revolviendo una cacerola. Emma estaba a su lado, cortando verduras en silencio. Todo parecía normal, pero había algo raro en la atmósfera.

Mamá no solía estar tan callada. Generalmente, cuando llegaba a casa, me preguntaba cómo había ido el día o hacía comentarios sobre cualquier cosa. Hoy, en cambio, se limitaba a remover la sopa como si estuviera en piloto automático, sin siquiera levantar la vista.

—Hola, má —dije, acercándome a la mesa donde Emma cortaba zanahorias.

—Hola, cariño —respondió mamá con una sonrisa que no llegaba a sus ojos, sin despegar la vista de la cacerola.

El silencio que siguió fue incómodo.



Mientras me unía a Emma para cortar más vegetales, no pude evitar que mi mente volviera a divagar. Todo el tiempo que intentaba centrarme en el aquí y el ahora, mi cabeza seguía llevándome de vuelta a lo que pasó en el instituto. A la cabaña. A Helena. A todo lo que aún no sabía.

Sin embargo, pronto mi atención se desvió. Mamá se veía... ausente. Cada vez que la miraba de reojo parecía estar en otro mundo. Movía la cuchara con una parsimonia extraña y su expresión estaba tensa, como si algo la preocupase profundamente.

Recordé entonces lo que me dijo la noche anterior: "Te quiero contar algo, pero esperaré a mañana, cuando estemos todos reunidos, ¿bien?"

Aquella frase quedó rondando en mi cabeza desde entonces, pero hoy todo cobraba más sentido. Algo estaba pasando y mamá claramente no quería hablar de ello hasta que papá estuviera en casa.

Decidida a saber más, dejé el cuchillo sobre la mesa y tomé a Emma del brazo, llevándola a un rincón del pasillo.

Mamá nos miró, pero se silenció tan pronto como compartió una mirada con mi prima y desaparecimos.

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: 6 days ago ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

¿QUIÉN NOS ACECHA?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora