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La noche había llegado, y aunque TN había logrado recuperar algo de compostura, durante toda la tarde no había podido evitar a Minho por completo. Cada vez que lo veía o sentía que la seguía con la mirada, su cuerpo se tensaba. El miedo y la rabia latían en su pecho, pero no encontraba el valor para contarle a nadie lo sucedido. Sabía que, en ese hospital, Minho era intocable. Candidato a gerente general, respetado y querido por muchos, cualquier acusación que ella hiciera sería tachada de mentira o, peor aún, barrida bajo la alfombra. Solo pensar en ello la hacía sentir aún más impotente. No quería luchar una batalla que ya sentía perdida antes de empezarla.

Al llegar a su edificio, colocó la contraseña de entrada, y con un suspiro cansado empujó la puerta, sintiendo cómo el peso de todo lo vivido ese día caía sobre sus hombros. Al entrar, el aroma familiar de una comida la envolvió, brindándole un pequeño respiro de calidez. Era el inconfundible olor de samgyetang, una sopa tradicional de pollo con ginseng que Jungkook solía preparar en ocasiones especiales, o cuando sentía que alguien necesitaba ser reconfortado. Caminó lentamente hacia la cocina, apoyándose en el marco de la puerta mientras observaba al joven peleador batallando con un sobre de caldo.

—¿Te ayudo? —preguntó con suavidad, intentando sonar normal.

Jungkook dio un pequeño salto, sorprendido por la voz de su amiga, pero rápidamente se volteó con una sonrisa, una que se desvaneció al notar el cansancio evidente en su rostro. TN solía volver de sus días de trabajo con los ojos brillantes, llena de historias para contarle, pero hoy solo vio una mirada apagada, unos ojos ligeramente hinchados que hablaban de un día que había sido mucho más duro de lo que ella admitía.

—TN… —murmuró, bajando un poco el fuego y acercándose preocupado— ¿Qué pasó? ¿Te sientes bien?

—Estoy bien —respondió con una sonrisa forzada, que ni siquiera ella se creyó—. Tuve un día complicado de trabajo, eso es todo, pero está todo bien. Lo prometo.

Jungkook no pareció convencido, pero decidió no presionarla más. —Bien —dijo en voz baja, sus ojos aún reflejando inquietud—. ¿Quieres ir a darte una ducha antes de cenar?

TN asintió lentamente, como si cada movimiento le costara un esfuerzo enorme.

—Pero primero te ayudaré con el caldo —dijo, intentando sonar alegre mientras picaba con gracia el estómago de su amigo, haciéndolo sonreír de nuevo. Se dirigió hacia la cocina, arreglando con facilidad lo que a Jungkook le había costado minutos resolver—. Ya está, no era tan difícil.

—Mis manos son de boxeador, querida, no de cocinero —admitió él, un poco avergonzado, rascándose la nuca—. Soy un poco torpe para estas cosas.

—Lo sé, mañana te enseñaré —dijo ella, con un toque de ternura. Estuvo por salir hacia el baño, pero Jungkook la detuvo suavemente, tomándola del brazo.

—Sabes que puedes contarme lo que sea, ¿verdad? —Su tono era serio, lleno de preocupación sincera—. Sin importar qué sea, yo estaré aquí para escucharte.

TN asintió, mirándolo con gratitud, aunque sabía que en ese momento no estaba lista para abrirse. No con todo lo que había sucedido. En silencio, pidió con la mirada que la soltara, y Jungkook, a regañadientes, obedeció, aunque claramente no estaba del todo convencido.

—Lo que sea, TN —repitió con firmeza.

—Lo que sea… —murmuró ella, antes de desaparecer por el pasillo, fuera de la vista de su amigo.

Cuando TN entró en el baño, cerró la puerta y apoyó la espalda contra ella, exhalando un largo suspiro. Por un instante, el silencio de la habitación la envolvió, y se sintió a salvo, lejos de Minho, lejos de la presión del hospital. Pero cuando cerró los ojos, los recuerdos del día la golpearon de nuevo con fuerza. El asco, el miedo, el toque repugnante de las manos de Minho sobre su cuerpo… Las lágrimas que había contenido durante horas comenzaron a subir lentamente.

Rounds of Love | JJKDonde viven las historias. Descúbrelo ahora