Rounds of Love | JJK

🥊8🥼

El aire en el hospital era pesado, pero no tanto como los recuerdos que TN cargaba cada vez que cruzaba esas puertas. Esa mañana, su corazón latía con fuerza mientras intentaba mantener una fachada de calma. No quería estar allí, no después de lo que había sucedido con Minho. Lo evitaba a toda costa, pero cada vez que entraba a ese hospital, el miedo y la repulsión la invadían.

Lo peor era que Minho seguía trabajando en el mismo lugar. A pesar de sus insinuaciones constantes y de ese día en el que él había cruzado la línea al entrar en su consultorio sin permiso, ella no había denunciado el abuso. Nadie lo hacía. Todos sabían que Minho estaba a un paso de convertirse en el gerente general del hospital, una posición que le otorgaba un poder intimidante. Ninguna de las mujeres que fueron acosadas por él se atrevían a hablar, por miedo a no ser escuchadas, por miedo a las repercusiones que aquello podía causar. Y TN no era la excepción.

Aquel día, el hombre había invadido su espacio, cerrando la puerta detrás de él con una calma que la aterrorizó. Sus palabras dulzonas fueron solo una cortina antes de que su mano la atrapara por el brazo y se acercara demasiado. TN había luchado, había logrado liberarse, pero no antes de sentir las manos de ese tipo tocándola sin piedad por todo el cuerpo. El miedo que había sentido en ese instante todavía la atormentaba.

El asco que le producía pensar en él, saber que seguía caminando por los mismos pasillos, compartiendo el mismo espacio, era casi insoportable. Pero ella había decidido guardar silencio. ¿Qué podía hacer? Minho tenía a todo el mundo en el bolsillo, y si ella hablaba, corría el riesgo de que nadie la creyera. Además, no podía darse el lujo de perder su trabajo. Era su única fuente de ingresos, y tenía demasiadas responsabilidades a cuestas.

Por eso, volver al hospital después de lo sucedido no era solo una lucha física, sino una batalla interna que TN libraba cada día. Había considerado renunciar, pero ¿cómo podría dejar a sus pacientes? Especialmente a los niños. Ellos no tenían la culpa de nada, y en ese momento necesitaban su ayuda más que nunca.

Estaba intentando controlar sus pensamientos cuando, de repente, la puerta de la sala de descanso se abrió de golpe. Lisa, una de las enfermeras más jóvenes y una de sus pocas amigas en ese lugar, entró corriendo con el rostro pálido y alarmado.

—¡TN! —exclamó sin aliento, con los ojos muy abiertos—. Necesitamos que vengas ahora mismo, es una emergencia.

El corazón de TN dio un vuelco al escuchar el tono de su amiga. Sabía que cuando Lisa se mostraba así, algo grave estaba ocurriendo. Sacudiendo las memorias de Minho y el miedo que le causaba cruzarse con él en algún momento, se puso de pie.

—¿Qué pasó? —preguntó con urgencia, tomando su estetoscopio y ajustando su chaqueta sin perder ni un segundo.

—Es Areum, la hija del primer ministro —explicó Lisa rápidamente, mientras ambas se dirigían al pasillo—. Ha tenido una recaída. Su cáncer de huesos está empeorando, la trajeron de emergencia. ¡Necesitan tu ayuda ya!

El corazón de TN se encogió al escuchar el nombre de Areum. La pequeña niña de nueve años, con quien TN había desarrollado un vínculo especial, llevaba meses batallando contra un cáncer de huesos agresivo. Cada día con ella era una montaña rusa de emociones, pero Areum siempre había sido valiente, y su dulzura había conquistado a todo el equipo médico.

Sin embargo, TN sabía que el cáncer no perdonaba, y las recaídas eran un golpe devastador para todos.

—¿Cómo se encuentra ahora? —preguntó con el rostro tenso mientras aceleraban el paso hacia la sala de emergencias.

—Mal, TN —respondió la joven, con los ojos llenos de preocupación—. Tiene fiebre alta y no responde a la morfina. El dolor le es insoportable. Los doctores están haciendo todo lo posible, pero... no deja de preguntar por ti. Ella te necesita.