Ya había pasado una semana desde que el mundo se volvió un eterno escape de los zombies.
Tom terminó de cavar. Estaban a casi medio kilómetro de la tienda de campaña y, si bien era arriesgado, no podían dejar el cuerpo de Miriam al aire libre.
Jake no dejaba de llorar mientras Tom tomaba a la mujer en brazos y la ponía en el agujero. El peliazul cerró los ojos y se dio media vuelta. Su corazón no podía soportar ver cómo la tierra cubría poco a poco su cuerpo.
Cuando el entierro estuvo terminado, el exespía tomó una flor que había cerca y la dejó sobre la improvisada tumba. Luego, fue al lado de su compañero y lo abrazó fuertemente mientras unas lágrimas silenciosas también salían de sus ojos.
Cuando Jake se calmó, regresaron a la carpa. El más joven entró a la tienda y se acostó. No tenía ánimos de nada. Ni siquiera le importaba si los zombies venían y se lo comían. Al menos así dejaría de estar triste.
-Jake, ¿quieres que te acompañe? -preguntó Tom, asomándose.
-No. Ve a buscar comida o algo. Quiero estar solo -respondió, a lo que el otro chico asintió con la cabeza y fue a ver si había caído algún animal en alguna trampa.
Así estuvieron un par de días hasta que el peliazul se sintió un poco mejor, gracias a la compañía y cariño de Tom.
-¿Sabes qué podríamos hacer? Ir a pescar algo. Tengo muchas ganas de comer pescado -le propuso el pelinegro.
-Sí, me encantaría. Pero no tenemos caña.
-Oh, no te preocupes, esto servirá -dijo Tom mostrándole un par de palos largos con punta afilada que había hecho.
Llegaron al lago, que estaba inusualmente tranquilo. Se sacaron los zapatos y se metieron para intentar pescar algo.
Si bien Tom fue el único en lograrlo, pasaron un buen rato, casi olvidando que estaban en medio del apocalipsis.
Los días pasaron y se convirtieron en semanas. Los zombies los atacaban de tanto en tanto, pero ya habían logrado tener agilidad para matarlos rápidamente. Además, tenían agua disponible del lago, algunos manzanos cerca y las trampas que cazaban una ocasional ardilla o liebre. Se les daba bien sobrevivir.
Una noche, junto al fuego, Jake notó que Tom tenía un poco rotos sus guantes y se dio cuenta de algo que había pasado por alto hasta ese momento.
-Oye, Tom, ¿por qué nunca te has sacado los guantes?
-Ah, eso. Pues... no quiero mostrar mis manos.
-¿También tienes cicatrices? -preguntó Jake, a lo que su compañero asintió con la cabeza- no deberías avergonzarte de ellas. Apuesto a que no son tan terribles.
-Lo son.
-Tom, confía en mí, ¿está bien?
Jake le tomó la mano derecha y, lentamente, le quitó el guante. Tom tuvo el impulso de retirar su mano, pero el peliazul la acercó a sus labios y besó el dorso, luego la palma y finalmente en sus nudillos.
El exespía sintió que se sonrojaba al sentir el tacto de su compañero. Pero le gustaba. Jake le tomó la otra mano e hizo lo mismo.
-No me molestan tus cicatrices. Besaría todas y cada una hasta que me creas -comentó.
Tom lo abrazó, sintiéndose aliviado. Era bueno oír eso de Jake. Quizás no tenía que preocuparse tanto, quizás al resto de la gente no le importaría. Tal como cuando se sacó la máscara, nadie dijo ningún comentario sobre su rostro.
-Ya es tarde, vamos a dormir -dijo el mayor, llevando al otro chico a la carpa, tomados de la mano. Por primera vez podía sentir su piel. Era más suave de lo que esperaba.
-¿Tienes más cicatrices? -preguntó Jake cuando se recostó junto a Tom.
-Sí...
El pelinegro se sentó y, por primera vez desde que se conocieron, se sacó la sudadera y la camiseta que tenía debajo.
Jake lo miró y sintió que su corazón se aceleraba. El cuerpo de su compañero estaba bien trabajado y verlo en vivo y en directo lo impactó de buena manera. Entonces, se fijó en las marcas que había en su cuello y clavícula y se acercó a besarlo tiernamente en aquellos lugares.
Tom suspiró. Estaba nervioso y sentía su corazón a mil. No tenía idea de que un par de besos podían provocar esas sensaciones en él.
Luego, el peliazul besó los brazos de Tom y terminó besándolo en los labios, al principio con ternura, pero cada vez con más intensidad.
El exespía pasó sus manos por la espalda del otro chico, por debajo de su camiseta. Tenía la necesidad de tocarlo, de sentirlo sin nada de por medio. Después de más de un mes, era la primera vez que podía tocarlo de verdad.
Jake se sacó las prendas que lo cubrían de la cintura hacia arriba, y se recostó sobre Tom, sintiendo su calor en todo el pecho y el abdomen.
Oía su respiración y los pequeños y roncos gemidos que emitía de vez en cuando el mayor.
Tom besó el cuello del chico y le dio pequeñas mordidas y chupetones, que le dejaban tenues, pero visibles marcas rojizas y violáceas.
Esa noche estuvo llena de cariño, besos y caricias. Olvidaron por algunas horas el terrible panorama en el que se encontraban, centrándose solo en ellos mismos y la intimidad que compartían en ese momento, sintiendo una genuina alegría, por primera vez, en varias semanas.
Al día siguiente, se enteraron de que todo había sido un juego, pero aun así, se había sentido muy, muy real.
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Espera un poco, un poquito más
FanfictionJake sale del reality y se da cuenta de lo solo que está. Los traumas del pasado, las traiciones y sus malas decisiones lo llevan a considerar una terrible decisión. Por otro lado, Aiden es acusado de infidelidad mientras lucha con un nuevo problem...