Dolorosa incertidumbre

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Jake odiaba los hospitales. Odiaba su aroma, odiaba los sonidos, odiaba lo blanco de la luz y sus paredes. Le traían recuerdos dolorosos.

Y, a pesar de que quería salir corriendo del lugar, su amor por Tom era mucho más grande, y se quedó sentado en la sala de espera, junto a familiares de otros pacientes que yacían en el lugar.

Sentía que estaba viviendo en automático. Aún no podía creer que su novio estuviera en la sala de operaciones. Estaba con diagnóstico reservado, no sabía nada de él. Tampoco le dijeron detalles de lo que le había pasado, así que se estaba en un limbo de ignorancia e incredulidad.

No le había avisado a nadie, estaba solo, con la cabeza gacha y los dedos entrecruzados.

Una mujer se sentó junto a él.

-¿Jake?

Él levantó la vista y reconoció a Lucía, la compañera de Tom. No le respondió.

-Yo sé que saldrá de esta. Ree... Tom es muy fuerte -dijo ella sin mirarlo.

Él asintió con la cabeza y se le hizo un nudo en la garganta.

Se quedaron en silencio por varios minutos hasta que Jake pudo formular una pregunta.

-¿Qué pasó?

-Nos llegó un llamado de un robo de morada. Cuando llegamos, el asunto era peor de lo que esperábamos. Dentro de la casa había rehenes, los delincuentes los tenían amenazados y estaban armados. Llamamos refuerzos y ambulancias y cuando entramos, nos apuntaron, pero Tom logró desarmarlos. Cuando los tenía en el suelo, llegó otro sujeto de no sé dónde y le disparó sin que nos dieramos cuenta. Tom no tenía el chaleco antibalas, y yo fui muy lenta, no pude hacer nada...

Se le quebró la voz y dejó de hablar. Jake le tomó la mano para intentar calmarla.

-No fue tu culpa.

-De todos modos... pude haber hecho algo de estar más atenta. Me demoré en reaccionar, pero disparé de vuelta al sujeto en el brazo.

-Y Tom...

-Los refuerzos y la ambulancia llegaron pronto, por suerte, y se lo llevaron. Fueron dos o tres balazos en el abdomen, pero no estoy segura. Solo escuché los disparos y después vi a Reed sangrando...

Lucía rompió a llorar, pero sin hacer ruido. No quería preocupar a Jake, pero la impresión de ver a su compañero y amigo con la sangre brotando de su cuerpo mientras caía hacia un costado estaba grabada a fuego en su memoria.

El chico siguió tomando su mano. De repente, sentía que era como un ancla, y que si la soltaba, se iba a derrumbar.

Pasaron un par de horas hasta que por fin salió un médico de la sala de operaciones.

-¿Familiares de Thomas Reed? -preguntó a los presentes con una cara indescifrable.

Jake y Lucía se acercaron a él de inmediato.

-Soy el doctor O'Ryan. La operación fue compleja, dos balas estaban incrustadas en sus intestinos, pero por algún milagro no afectaron ningún organo vital. Logramos retirarlas. Logramos salvarlo, pero el señor Reed se encuentra en estado crítico.

Jake sintió que le volvía el alma al cuerpo al escuchar que lo salvaron y luego que escapó al escuchar que estaba crítico.

-Tendrá que estar en coma inducido y lo mantendremos en observación.

-¿Y lo podemos visitar? -preguntó Lucía.

-Lo siento, pero no. Lo trasladaremos a Cuidados Intensivos. Veremos cómo pasa la noche... y si todo sale bien, mañana quizás podrán verlo a la hora de visita.

El doctor puso una mano en el hombro de Lucía.

-Solo queda esperar -dijo finalmente antes de retirarse.

Ambos quedaron perplejos un par de minutos.

-Es mejor que vayamos a descansar. ¿Te llevo? -ofreció la policía y Jake asintió con la cabeza.

El viaje fue silencioso. Ambos estaban sumidos en sus pensamientos y tampoco había tanta confianza entre ellos para desahogarse.

Al llegar a su casa, Jake agradeció a Lucía y se despidió con la mano.

Al entrar, vio las cosas sobre la mesa de la cocina. Le parecía tan lejano el momento en el que se estaba preparando para el programa, aunque solo habían pasado algunas horas.

Se dirigió a su dormitorio. Al acostarse, Gabbs fue junto a él. La abrazó y, finalmente, pudo llorar todo lo que no había podido en esas largas y angustiantes horas de espera.

Las lágrimas corrían por sus mejillas y sollozaba con dolor.

Pobre Tom, sufriendo una vez más a causa de su trabajo. Y ahora estaba solo en ese hospital. Ni siquiera pudo verlo o tomar su mano.

Pero estaba vivo, tenía que aferrarse a esa idea. Y Tom era fuerte, de seguro saldría de esta. Porque si no lograba sobrevivir... no sabría como continuar sin él.

Su corazón comenzó a latir muy rápido y sentía que le faltaba el aire. Le dolía el pecho y empezó a temblar y a sudar frío, mientras le entró un miedo irrazonable a volverse loco.

Estuvo así algunos segundos que le parecieron horas, pero conocía esa sensación, ya le había ocurrido así que intentó calmarse.

Acarició a Gabbs y se concentró en el pelaje, en su olor y en el sonido de sus ronroneos. Poco a poco, empezó a respirar con normalidad y se sintió mejor.

Esa noche no pudo dormir, y se puso a ver extractos del primer reality en el que estuvo con Tom. Le gustaba ver cómo se iban enamorando poco a poco hasta aquel primer beso.

Luego, vio escenas de All Stars. Se saltó todos los primeros capítulos en los que estuvieron distanciados, y llegó a uno que no había visto, donde todos los eliminados estaban en el motel.

Entre lágrimas de tristeza, sonrió cuando escuchó que su novio decía tantas cosas lindas de él a Aiden.

"Lo quiero, nunca dejé de hacerlo. Es amable y, pese a sus problemas, siempre ve lo mejor de las personas. Vio más allá del muro que puse antes", dijo el policía en aquella ocasión.

Así pasó toda la noche, viendo extractos del reality, viendo fotos y videos de ellos, recordando tantas cosas que habían pasado juntos.

Pensó en llamar a Miriam, pero no tenía la fuerza para hacerlo. No quería preocuparla ni quería que sintiera pena por él.

Tom, de seguro, se recuperaría pronto.

Espera un poco, un poquito másDonde viven las historias. Descúbrelo ahora