Dudas

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Jake estaba muy concentrado en lo que estaba haciendo, tanto así que no le importaba que ese líquido blanco y espeso salpicara su ropa, porque sabía que si se detenía o aminoraba el ritmo, iba a echar a perder todo lo que había avanzado.

Ya se le había cansado el brazo, pero se animaba mentalmente a seguir hasta llegar al resultado que quería.

-¡Listo! -exclamó cuando estuvo seguro de que el merengue estaba en su punto óptimo.

Las dos chefs pasteleras y el conductor del programa llegaron a su mesa para revisar la preparación.

-Ya sabes cómo demostrarnos que está bueno -dijo una de ellas.

-Espero que este no nos defraude -dijo la otra, ya que segundos antes, un par de concursantes no habían pasado la prueba de la gravedad.

Jake asintió con la cabeza y tomó el cuenco en el que había batido las claras con el azúcar y lo colocó, boca abajo, sobre su cabeza.

El conductor contó hasta cinco y ni un gramo del merengue cayó, lo que convirtió al peliazul en el ganador de la primera prueba del programa de pastelería y tener así la inmunidad por esa semana.

-Wow, no pensé que lo lograría. Qué suerte que Tom me incentivó a ejercitar los brazos. ¡Gracias, amor! -dijo Jake en la entrevista en solitario.

El primer episodio fue muy entretenido de grabar, aunque estuvo casi todo el día y tuvo que pasar por varias pruebas de repostería, pero haber triunfado en ese último desafío lo animó a continuar.

Esa noche, en casa, se sentía muy cansado y no quería ver siquiera una cuchara, por lo que su novio, ahora prometido, cocinó para ambos.

Jake le contó su experiencia mientras Tom lo miraba con orgullo. Le alegraba que tanta gente fuera a ver lo hábil que era en la cocina.

A pesar de que el chico estaba muy ocupado con las grabaciones, que eran de lunes a viernes, durante casi 12 horas, se daba el tiempo para preparar la boda, aunque Tom se encargaba de la mayor parte, ya que había decidido renunciar a la policía y, por el momento, se quedaba en casa.

Aún no le habían contado a nadie, porque querían que fuera una sorpresa y sus amigos se enteraran cuando recibieran la invitación a la boda.

Si bien Jake usaba su anillo en el programa, solo lo hacía durante las entrevistas en solitario, pues en la cocina no podían tener nada en las manos. Pero no le preocupaba que alguien se diera cuenta, porque cuando saliera al aire, en un par de meses, ya habría anunciado el compromiso.

Sin embargo, olvidó quitárselo un día que se juntó con Aiden para acompañarlo a comprar cosas para su nuevo departamento, y el chico no dejó pasar el detalle.

-¿Ese es un anillo de compromiso? -dijo tomando la mano de su amigo. Jake no pudo mentirle, así que asintió con la cabeza- ¡Dios, se van a casar! ¿Por qué no me habías contado?

-Quería que fuera una sorpresa. No le digas a nadie, pronto entregaremos las invitaciones.

-Qué románticos. ¿Puedo ser padrino? No es cierto, estoy bromeando.

-Ya que lo mencionas, te tenía en mente para serlo -le comentó Jake con una sonrisa.

-¿En serio? Ay, Jake, qué honor -respondió el joven, emocionado- estoy muy feliz por ustedes, de verdad.

El peliazul se sonrrojó, pero a la vez sintió un peso en el pecho. Al decirle a Aiden lo de la boda, de repente se le hizo algo muy real. Era emocionante, pero a la vez, le daba algo de miedo.

Un compromiso para toda la vida era mucho tiempo.

No sabía si esos sentimientos eran de duda o arrepentimiento. ¿Y si no funcionaban como matrimonio? ¿Y si Tom se arrepentía? ¿O si se aburría de él? ¿O se enamoraba de otro? ¿Y si se daba cuenta de que en realidad no lo amaba tanto como pensaba? ¿Y si lo abandonaba?

Los pensamientos giraban como remolino en su cabeza y comenzó a sentirse mal, a hiperventilarse.

-Jake, ¿estás bien? -preguntó Aiden.

Su amigo asintió con la cabeza, pero luego negó con la misma.

El bicolor lo tomó de la muñeca y lo llevó a una banqueta que había cerca, bajo un árbol y algo alejada de la gente de la tienda.

Jake se tapó la cara con las manos e intentó normalizar su respiración poco a poco, mientras Aiden le sobaba la espalda.

-Lo siento, Aiden.

-No te preocupes... pero qué te pasó.

-No lo sé, me dio miedo... ¿Y si es muy pronto para casarnos?

El más joven se sorprendió y luego se mordió el labio, preocupado. No sabía qué responder a eso.

-¿Y si Tom se arrepiente y me abandona? Si se da cuenta de que no me ama, estará atado a mí y será demasiado tarde para él...

-Oye, no digas eso. Tom te ama y mucho. Demasiado, diría yo. Él nunca te abandonaría.

-¿Pero si en realidad se siente obligado a casarse conmigo?

-Eso no tiene ningún sentido. No tienes cómo atarlo, no estás embarazado -rio Aiden para aligerar el ambiente-. Es nirmal que estés nervioso, pero confía en tu prometido. Tom no tomaría este paso si no estuviera lo suficientemente seguro, y apuesto lo que sea a que ha esperado casarse contigo prácticamente desde que se conocieron.

Jake sonrió ante esa idea. Y recordó cuando se conocieron en el reality y todo lo que habían pasado.

Y, aunque era verdad que estuvo casi dos años sin dar señales de vida, sabía que fue por miedo y cobardía, que ya habían superado juntos.

Aiden tenía razón, tenía que confiar en Tom.

-Entonces, ¿te quieres casar con Tom?

Aiden lo miró expectante y Jake alzó la cabeza y lo miró con una sonrisa.

-Claro que sí. Es lo que más deseo.

-Así se habla. Confía en el amor que se tienen y en lo fuerte que se ha hecho.

-Gracias, Aiden. Siempre sabes qué decir.

Jake le desordenó el cabello a su amigo, mientras ambis reían y volvieron a la tienda para seguir comprando cosas para  el nuevo hogar del joven.

Espera un poco, un poquito másDonde viven las historias. Descúbrelo ahora