Más allá del DELITO - Señor Lobo x Nick Wilde

Capítulo III - El reverso del orden

Sr Lobo (Wolfgang)

Regresamos al escondite cabizbajos, derrotados, la adrenalina de la persecución todavía corría por mis venas, pero no podía ignorar la decepción que flotaba en el aire. Habíamos tenido todo calculado, cada paso, cada giro y aun así, casi nos atrapan, Crystal... siempre Crystal, su sombra lo oscurecía todo.

El túnel que usábamos como guarida, era rústico, casi desmoronándose, pero servía, no nos quedábamos mucho tiempo en ningún sitio, entramos uno por uno, subiendo por el ascensor, arrastrando los pies, sin decir una palabra, Tarántula como siempre fue directo a su computadora, Piraña y Tiburón se dejaron caer en el sofá como si el día hubiera sido más largo de lo que realmente fue, Serpiente estaba inquieto, sin poder quedarse quieto ni un segundo.

Me dejé caer en el sofá, respirando hondo, tratando de calmarme, no habíamos perdido por completo, pero no habíamos ganado nada tampoco.

Cuando finalmente el silencio se instaló, mi teléfono sonó.

— ¿Quién carajo será ahora? — pensé revisando la pantalla......Crystal.

Contesté con desgana, apretando la mandíbula.

— ¿Qué quieres Crystal? — pregunté, intentando sonar más relajado de lo que realmente estaba.

Su voz gruesa y burlona llegó por el altavoz, la misma que siempre me ponía los pelos de punta

— ¿Crees que ganaste Lobo? ¿Que la policía me atrapó?

Sentí cómo mi estómago se hundía, sabía por dónde iba la conversación y la furia comenzó a hervir dentro de mí

— Crystal, sabes que hemos tenido un pequeño contratiempo, pero el dinero... lo tendrás pronto.

— ¿Pronto? — se rió — Eso espero Lobo, porque si no lo tienes, cuando llegue a tu guarida será mejor que te escondas, muy pronto iré con mis hombres a buscar lo que es mío.

Colgó antes de que pudiera responder, maldición, tiré el teléfono contra la pared, viéndolo desmoronarse en pedazos, los demás se volvieron a mirarme.

— ¿Qué pasa ahora? — preguntó Serpiente, con su típico tono apático.

— Crystal — Dije su nombre y eso bastó para que todos entendieran — Viene por su dinero, y lo quiere ya.

Tarántula, que había estado concentrada en la pantalla de su laptop, levantó la cabeza

— Pensé que lo habíamos arreglado, ¿Por qué sigue presionando tanto? – dijo disgustada

— Porque es Crystal, maldita sea — respondí con veneno en la voz — Es lo que hace y si no tenemos su dinero cuando llegue, nos matará.

El silencio volvió a caer en la habitación, y todos se miraron unos a otros, sabiendo lo que significaba, no había escapatoria. Si Crystal aparecía sin su dinero, no iba a ser paciente.

— Tengo una idea — fue Serpiente quien rompió el silencio, dando un paso adelante, su energía aún intacta

— Adelante — le dije, aunque mi cabeza seguía aturdida por la llamada de Crystal.

— Podríamos atacar un convoy de dinero en tránsito — propuso con una sonrisa astuta — Uno de esos que transportan cientos de millones, he estado investigando, y hay uno que se moverá pronto, con más de 100 millones de dólares, lo robamos, pagamos a Crystal y nos quedamos con lo que sobra, luego nos largamos de la ciudad antes de que la policía siquiera se entere.

— Cien millones... eso es mucho más de lo que necesitamos — los ojos de Piraña brillaron al escuchar la cifra

— Podríamos desaparecer con esa cantidad — añadió Tiburón entusiasmándose.