Capítulo II - La noche del fracaso

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Al fondo del almacén, Jimmy Crystal nos esperaba. Su figura imponente estaba parcialmente oculta en las sombras, pero podía sentir su mirada fría clavada en mí. El silencio era ensordecedor.

- Jim, algo salió mal – dije mientras bajaba del auto, Serpiente y lo demás hicieron lo mismo – no tuvimos la culpa

- Tú arma – Crystal interrumpió

- Maldición – susurre mientras tire mi arma oculta de mi portador

- Vamos abran las puertas

Crystal y sus hombres se dirigieron a nuestra furgoneta y abrieron las puertas traseras revelando las bolsas de dinero

- Tenemos suerte de estar vivos – le dije con la voz más calmada de lo que realmente sentía

- ¿Dónde demonios está el resto del dinero? - rugió Crystal, su voz reverberando en el espacio vacío

Tiburón dio un paso atrás, Piraña evitó su mirada, Tarántula fingió estar ocupada con su equipo, y Serpiente simplemente suspiró. Sabía que me tocaba a mí dar la cara.

- Tuvimos un imprevisto - dije con firmeza, intentando mantener la compostura - la policía nos emboscó y no robamos lo suficiente

Crystal dio un paso adelante, acercándose hasta quedar frente a mí. Su aliento olía a tabaco y rabia contenida

- ¿Un imprevisto? repitió su tono gélido - ¿Y crees que eso es una excusa válida para mí?

- Hicimos lo que pudimos - respondí manteniendo mi mirada fija en la suya – Siempre hay una forma viejo, vamos dame tu precio lo resolveré

- ¿Mi precio? – preguntó levantando una ceja interesado – Es 50 millones de dólares – Respondió con seguridad

Todos miramos sorprendidos ¿Qué demonios?

- Cielos como diablos voy a pagarte todo eso amigo vamos dime – respondí sin vacilar

De repente, Crystal sacó su arma y me apuntó directamente al rostro haciendo que me arrodille lentamente, el metal frío del cañón estaba a centímetros de mi frente. Mi corazón se aceleró, pero no moví ni un músculo.

- Escucha bien Lobo - siseó - no tolero fallos, no tolero excusas. Si no puedes cumplir con lo que se te pide, entonces ya no me sirves

Podía sentir la tensión en el aire, mis compañeros contenían la respiración y el silencio era casi palpable pero no podía mostrar debilidad.

- Me debes 50 millones de dólares, dilo

- Te debo 50 millones de dólares - dije lentamente - Danos otra oportunidad y te daremos todo lo necesario

Crystal presionó el cañón un poco más contra mi frente, sus ojos oscuros penetrando los míos - ¿Otra oportunidad? - se rió sin humor - ¿Y cómo sé que no volverás a fallar?

Antes de que pudiera responder, el sonido distante de sirenas comenzó a filtrarse en el almacén; las luces rojas y azules destellaban a través de las ventanas rotas, proyectando sombras danzantes en las paredes.

- ¡La policía! - exclamó Tarántula, mirando a su alrededor con pánico - ¿Cómo nos encontraron?

Crystal maldijo en voz baja, retirando la pistola de mi frente - esto no ha terminado, Lobo – advirtió guardando el arma - pero por ahora, cada quien por su lado

Sin más palabras, se dio la vuelta y corrió de regreso a su furgoneta con sus hombres y huyeron hacia una salida lateral, desapareciendo en la oscuridad. Sabía que Crystal siempre tenía una ruta de escape preparada.

Más allá del DELITO - Señor Lobo x Nick WildeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora