Capítulo IX - Límites de lealtad

109 7 1
                                    

Señor Lobo (Wolfgang)

Los días pasaban y nosotros, mi equipo y yo, seguíamos divirtiéndonos como nunca, robar, escapar y burlarnos de la policía se había convertido en nuestra rutina diaria. Cada golpe era un triunfo, cada persecución una oportunidad de reírnos en la cara de esos imbéciles que intentaban atraparnos, pero lo que más me llamó atención la últimamente era que Wilde, ese maldito zorro que me había dado tantos dolores de cabeza, ya no aparecía.

No estaba en ninguna de las persecuciones, ningún rostro enojado detrás de los volantes de las patrullas, ninguna figura corriendo detrás de mí como una sombra, nada; al principio me parecía raro, pero luego me di cuenta de algo: me estaba alegrando. Finalmente, Wilde se había rendido, el único que realmente me había hecho dudar estaba fuera de juego. Incluso su compañera Hoops, ya no tenía la misma determinación. Parecía que sin él, la policía había perdido la chispa que los mantenía al tanto de nuestros movimientos.

— Hey Lobo ¿qué tal si probamos esta nueva PS5? —me llamó Serpiente levantando una caja mientras sonreía de oreja a oreja.

—Claro, solo si me dejas aplastarte en Rocket League —respondí con una carcajada.

Nuestra última escapada había sido gloriosa, Tarántula y Piraña habían sido rápidos, limpiando una tienda de tecnología en minutos, mientras Tiburón manejaba el vehículo de fuga como un profesional, al final, regresamos a nuestra guardada cargada de botón: consolas de videojuegos, computadoras y todo tipo de dispositivos electrónicos, era como si nos hubiéramos metido en una tienda de juguetes, nos divertiríamos, no había rastro de tensión, solo risas y diversión.

Piraña y Tiburón estaban instalando las consolas, Tarántularevisaba un portátil nuevo y yo ya había comenzado a descargar una película enla nueva computadora, todo estaba tranquilo, relajado y la música resonaba tan fuerte que hacía temblar las paredes. 

Mientras sacaba una cerveza del refrigerador, sentí el teléfono vibrar en el bolsillo, la pantalla mostraba el nombre de Crystal, mis músculos se tensaron un segundo, aunque intenté no hacer demasiado caso a la incomodidad.

—Oye, tengo que atender esto —dije al grupo levantando el teléfono mientras me dirigía hacia una esquina apartada, Serpiente asintió sin más, concentrado en instalar un juego en la PS5.

—¿Crystal? —contesté con voz tranquila.

—Lobo, ven a verme, necesitamos hablar, ah y ven solo —dijo él sin rodeos.

El tono de Crystal era directo, sin rastro de emoción y eso ya era bastante para entender que esta no era una simple llamada de cortesía, sus palabras resonaron en mi cabeza como una orden, sabía que si él decía "ven solo", era mejor no hacer preguntas ni intentar desobedecerlo, suspire internamente; con Crystal, las cosas siempre tenían un peso extra.

Me despedí del grupo y salí de la guarida sin mirar atrás.

Mientras conducía hacia su lugar, mi mente daba vueltas en lo que podría querer decirme. Al llegar, Crystal ya me esperaba en su despacho, su oficina aunque era pequeña, destilaba poder, las paredes cubiertas de estanterías llenas de libros polvorientos y objetos extraños me hacían sentir como si estuviera entrando en el despacho de un magnate.

Crystal estaba sentado en su sillón de cuero negro hojeando un libro viejo, levantó la vista y esbozó una pequeña sonrisa.

—Lobo, me alegra verte —dijo con su tono cordial de siempre, como si no me hubiera llamado de forma tan inesperada.

—Crystal —le respondí haciendo un esfuerzo por sonreír también— ¿Qué tal todo?

Crystal me indicó que me sentara en el sillón frente a él, les pidio a sus hombres que salgan afuera, después de intercambiar algunas palabras triviales, relajé la postura; hablamos de temas superficiales, como si estuviéramos poniéndonos al día entre viejos amigos.

Más allá del DELITO - Señor Lobo x Nick WildeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora