Capítulo X - Dualidad

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Señor Lobo (Wolfgang)

Uno, dos, tres, cuatro y cinco, solo pasaron 5 días, la brisa fría corta el aire mientras me quedo mirando al helipuerto, esperando que el maldito helicóptero de Crystal llegue, no me gusta esto, no me gusta estar aquí, no me gusta tener que despedirme de un tipo como él, aunque no lo exprese; él me tiene atrapado y sé que no puedo hacer nada para salir de este maldito ciclo.

Lo miro, y lo peor de todo es que sé que él lo sabe, Crystal siempre sabe.

Al final, el helicóptero aparece en el horizonte, un ruido pesado, fuerte, casi aterrador, como si viniera a recordarme que mi vida nunca estará bajo mi control total, cuando el helicóptero aterriza, me acerco, mi paso lento, pero fijo, hacia donde él me espera, imponente, como siempre. Su rostro serio no muestra ninguna emoción, como si estuviera acostumbrado a este tipo de despedidas.

—Vaya, Lobo ya sabes lo que te voy a decir —comienza sin mirarme directamente, está más preocupado por su reloj que por la conversación, siempre tan calculador, como si ya lo tuviera todo planeado, como si yo fuera una pieza más en su maldito tablero de ajedrez.

Yo solo resoplo, no quiero hablar de lo que sé que va a decir, pero no hay forma de escapar, Crystal no tiene miedo a la incomodidad.

—Mira, no te lo repito mucho más, has estado bien, pero te estás dejando llevar por la emoción, esto no es un maldito juego Lobo, no es un show, es dinero, es poder. Y cada segundo que pierdes persiguiendo tus severas mierdas... te aleja de lo que realmente importa.

Me da rabia escuchar esto, pero no lo digo, no lo contesto, solo lo observo mientras me dice esas malditas palabras con la frialdad de siempre, como si no le importara lo que está pasando dentro de mi cabeza. Como si todo lo que él me ha dado no significara nada. Pero sé que no es así. Todo lo que soy ahora, todo lo que he logrado, lo debo a él.

—¿Y qué quieres que haga Jim? —le pregunté, mi voz bajando pero cargada de una tensión que crece con cada palabra — ¿Qué más esperas de mí? Ya sé que si no fuera por ti, estaría ahora mismo tirado en una esquina, rogándole a la gente por un pedazo de pan. ¿No lo ves? Lo sé, lo sé todo, pero esto... esto no es suficiente para ti, ¿verdad?

Crystal levanta la vista, finalmente y me lanza esa mirada que siempre tiene para callarme, me miró y su rostro no cambia, no muestra ni la más mínima emoción, no hay satisfacción, ni enfado, ni nada, simplemente, está ahí, sabe exactamente lo que está haciendo.

—Y por eso Lobo, te voy a decir algo que tal vez no quieras escuchar —sus palabras me golpean como una puñalada, pero las escucho de todos modos— No te he dado todo para que te creas el rey de la calle, lo hice porque pensé que podías darme algo a cambio, pensé que serías más inteligente, más capaz, pero si sigues perdiendo el tiempo y jugando a la guerra con la policía, vas a perder todo lo que te he dado.

Siento el calor subiendo a mi rostro, pero trato de mantenerme sereno, no quiero darle el gusto de verme afectado por sus palabras, pero me hace pensar, si esto es todo lo que soy para él, ¿en qué me he convertido? en una ficha más, un peón. Y eso duele más de lo que quiero admitir, pero no digo nada.

—Te estoy diciendo esto porque te aprecio —continúa con su voz más baja, más seria— Te he dado todo Lobo, te lo debo todo, sí; pero ahora es tu turno de dar algo a cambio y si no lo haces... bueno, ya sabes qué pasa, ¿no?

Yo niego con la cabeza, no puedo seguir escuchando esto, ya he escuchado suficientes amenazas de mierda de este tipo para entender que lo que dice es cierto, pero algo en mí no puede evitar sentir que es más de lo mismo, no estoy aquí para ser su jodida mascota, pero al final eso es lo que soy.

Más allá del DELITO - Señor Lobo x Nick WildeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora