[Epilogo] Alas y Garras

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La primera vez que él vio a esa persona fue cuando apenas había sido nombrado Capitán del recién formado Escuadrón de Operaciones Especiales de la Legión de Exploración. Para ese momento, ella solo contaba con unos escasos catorce años de edad, cuando él en cambio tenía unos veintiocho.

La hija de esa misma persona, Dánae, en el futuro luciría casi igual que ella en aquel tiempo.


  


Él había ido a acompañar a Erwin Smith, el relativamente novato Comandante de la Legión de Exploración en una reunión con su antecesor, Keith Shardis, quien en aquel entonces era el jefe de instructores en la academia de cadetes. El Comandante había ido en busca de asesoramiento y la reunión se estaba volviendo tan larga y aburrida que Levi simplemente había decidido que podía utilizar mejor el tiempo dando una vuelta por el terreno que seguir escuchando como esos dos discutían cosas que él no terminaba de comprender. Después de todo él solo era un matón y aun no entendía de diplomacia y estrategia, solo de lucha y supervivencia.

De no haber sido por la confesión que esa persona le había hecho antes de morir, él jamás hubiese podido recordar aquello. Aun cuando ella misma no era capaz de recordarlo, él si era capaz de remembrar el momento exacto en que sus ojos se posaron en la figura que pronto se volvería familiar aquella noche, mientras ella salía del comedor acompañada por otros cinco muchachos que también se volverían conocidos para él más adelante, todos conversando trivialidades. Al principio no le había llamado la atención aquel grupo de mocosos escandalosos, planificando sus actividades del día siguiente al pasar tras sus espaldas mientras él continuaba su aburrido paseo por el árido patio de entrenamiento... Pero como si algo hubiese confabulado para que él ralentizase el paso, logró captar el sonido seco de un golpe entre dos cuerpos.

-Wow, ¿Qué demonios pasa contigo, Isaías?- Escuchó a uno de los jóvenes reclamar, girándose para mirar por sobre el hombro al notar que un séptimo mocoso se abría paso rudamente entre el grupo de jóvenes, empujando a uno de ellos, un alto y desgarbado rubio, hasta hacerlo tambalear.

-Tch, como si valiese la pena pedirles permiso o disculpas a un grupo de ineptos como ustedes.

A pesar de que era relativamente más pequeño que los otros varones, el séptimo muchacho continuó abriéndose paso hacia el comedor. O al menos eso intentó hacer antes de que un segundo rubio, gemelo del primero al parecer, le sujetara de la camisa y sin mucho esfuerzo lo levantara en el aire hasta tenerlo cara a cara, una sonrisa torcida recorriendo su rostro.

Levi se limitó a observar desde la distancia. Tiempo después, ese muchacho de nombre Isaías había terminado uniéndose junto a los seis mejores de aquel año a la Legión de Exploración. También había sido el primero en morir en su primera expedición.

-¿Aun molesto porque quedaste fuera del top diez, Isa?- Canturreó burlonamente mientras el otro muchacho intentaba zafarse del agarre en el cuello de su camiseta. –Los instructores deben saber bien que los debiluchos suicidas no merecen ocupar el puesto de alguien que si podría aprovecharlo bien.-

-¡Querrás decir alguien que solo desperdiciará su fuerza corrompiéndose y pudriéndose en su propia estupidez como todos los demás en la Policía Militar! Así como ustedes planean hacer...

-¡¿Qué mierda dijiste?!- El rubio, con un pañuelo rojo en el cuello, soltó un lado de la ropa y se disponía a lanzarle un puñetazo al rostro cuando una tercera voz se elevó entre ellos.

-Detente, Lucius.

El rubio frunció ligeramente el ceño, deteniendo sus planes de golpearlo mientras dirigía la mirada hacia la única chica del grupo, al igual que lo hacían los otros hombres, incluyendo a Levi. 

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