Süßer Regen [+18]

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ADVERTENCIA: Contenido Sexual explicito (el ultimo Lemon de esta historia) -¿Por qué rayos fue que puse tres lemones?-

Si no te agrada este tipo de lectura, NO lo leas, por favor.

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Lluvia.

Litros y litros de lluvia caían ese día. Era Diciembre, pero por alguna razón ese día el hielo no había llegado a cuajar y en cambio caía agua muy fría que congeló el aire y la base de la Legión, trayendo consigo el rugir de los rayos.

Sentada en la cama de tu habitación, observabas en silencio la lluvia cayendo, mojando tu ventana. Te relajaba el sonido del agua al golpear contra el suelo, pero no podías evitar pegar saltos de vez en cuando en el momento en que un rayo caía demasiado cerca, retumbando en tus oídos. 

Te preguntaste cuantas veces en esos cuatro largos años habías visto una lluvia como esa. Te preguntaste también si esa sería la última que verías.

En tu pueblo natal no era común ver lluvia. Caía nieve y algún roció, pero nunca aguas torrenciales como ese día. Era algo extraño ver semejante cantidad de agua por tanto tiempo; desde la mañana estaba lloviendo y ya pronto anochecería. Estabas, ademas, teóricamente sola en la base de la Legión. Levi, Hans, Erwin y alguno que otro soldado rezagado eran los únicos que aun deambulaban por los vacíos pasillos.

Entrecerraste los ojos y abrazaste tus piernas contra tu pecho sin dejar de mirar hacia el cielo gris que era recorrido por los rayos, siendo los ojos de cierto Líder de los Soldados el primer pensamiento que llegó a tu mente. 

¿Qué estaría haciendo? Tal vez ayudando a Erwin con el papeleo, o con Hans batallando arduamente para hacerla darse un baño, o incluso intentando secretamente aprender a cocinar algo decente, o tal vez limpiando algo -lo que fuera- mientras gruñía lo asquerosos que eran todos en la Legión. Reíste bajito al imaginarte lo último, volviendo a enseriarte lentamente mientras apoyabas la mejilla contra una de tus rodillas, cuando un segundo recuerdo llegó a tu memoria junto con la lluvia que también se había presentado aquella vez...

Esa misma fecha, con un clima idéntico pero tan solo un mes atrás la tragedia había vuelto a arrebatarte algo: Tus cuatro subordinados, esos que habían estado contigo durante aquel largo año en donde por un momento habías creído que las cosas serían distintas... Cuan equivocada habías estado.

Era en días como estos en los que sentías ese vacío extraño en tu pecho, uno que normalmente no notabas al estar ocupada con otros pensamientos, abarrotada de trabajo o acompañada por cualquiera. Pero ahora, encerrada en tu habitación, sola con tus pensamientos, sentías esa soledad fría, la que te atacaba en tus momentos de debilidad... Y remordía en tu conciencia.

Haber sobrevivido cuatro años hasta ahora, pero... ¿Por qué? 

Habiendo tenido que observar como las personas a tu alrededor iban desapareciendo lentamente y las cosas cambiaban, te preguntabas como era posible que aun mantuvieses algo que te empujase a continuar hacia adelante. Pero la verdad, a veces sentías que no tenías en realidad una razón para continuar luchando. Tus amigos muertos, tus hermanos lejos y sin la posibilidad de encariñarte a alguien más pues la posibilidad de que muriese un instante después era más segura que nada. 

¿Qué era lo que te motivaba a continuar entonces? Tal vez el instinto de supervivencia que te había mantenido con vida durante tu niñez, o la promesa de hacer que la muerte de tus camaradas no fuera en vano, y pensabas que allí estaban tus razones. Cumplir esas promesas...

Roulette Of MemoriesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora