Blanco & Negro

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Un sonido suave llegó a tus oídos, haciendo que despertases. Medio abriste los ojos, somnolienta, encontrándote con la tela blanca de tu almohada y el suave resplandor del sol de invierno entrando por la ventana de tu habitación.

"... Todo fue un sueño."

Eso lo diste por sentado, nunca habías sido de las que se engañaban de una manera tan descarada. Te diste media vuelta en la cama y estiraste las piernas, haciendo que tu camisón se quedara arrumado sobre tu cintura mientras mirabas al techo. Debían ser alrededor de las once de la mañana... Sería bueno salir a Trost ese día y dejar ese estúpido sueño en olvido...

Aunque fuese el mas hermoso que hubieses tenido nunca.

El sonido que te había despertado minutos atrás regresó en forma de golpes. Miraste hacia la puerta con pereza, no querías hablar con nadie ahora. Tal vez si te quedabas callada y fingías dormir te dejarían en paz...

Pero no funcionó, la persona detrás de la puerta parecía querer tumbarla a patadas. Gruñiste una maldición, preguntándote por un segundo quien podría ser mientras te girabas hacia el lado donde estaban tus pantuflas, encontrándote con que, colgado de tu armario, unos familiares vestidos negro y blanco estaban colgados frente a ti.

"¿... Un sueño ...?"

La puerta volvió a sonar con insistencia, haciendo que te comenzara a dar una jodida migraña.

-Ya voy.- Avisaste, pero los golpes continuaron mientras lograbas desenredarte de las sabanas.-¡Que ya voy, mierda!-

Gruñiste de nuevo ante la insistencia, metiéndote en tus pantuflas y tomando una bata para echártela a los hombros. Abriste la puerta, pensando que probablemente serían Magnus y Alex... Ay de ellos si estaban golpeando la puerta solo para joderte.

-Magnus, si tantas ganas tienes de joder a alguien, vete ahora mismo a joder a tu puta mad-...

Te rascaste la cabeza por encima de los cabellos enmarañados cuando la puerta terminaba de abrirse, haciendo que la "educada frase" que estaba saliendo de tu boca se cortara al notar que no era ni Magnus ni Alex quienes golpeaban tu puerta.

-... ¿Levi-Heichō...?

...

Mierda.

Con su cara de pocos (ningún) amigos, Levi te devolvió una mirada casi incrédula, levantando ligeramente una ceja mientras se cruzaba de brazos y tu te paralizabas frente a él, presa de un nerviosismo repentino y fuerte.

-¿Así le das los buenos días a la gente...? Encantador.- Fue su gruñido mientras entraba sin permiso a tu habitación, metiéndote con él hasta que cerró la puerta a tus espaldas, echando una mirada critica al estado de tu dormitorio mientras tú aun no lograbas procesar lo que estaba pasando frente a tus propios ojos.

¿Por qué estaba el protagonista de tus recientes sueños metido en tu habitación de buenas a primeras?

-Eres un desastre. Limpias bien, pero tu habitación es una pocilga. ¿Qué no te da vergüen-...?- Dejó de hablar cuando te observó petrificada aun en el mismo sitio, mirándolo como si fuese alguna especie de espejismo. -¿Qué te pasa? ¿Vas a quedarte allí todo el día? ¡Apresúrate y aseate, mocosa idiota!-

Aquello casi, casi fue una orden, a lo que automáticamente te pusiste firme y chillaste un "¡Si, señor!" antes de salir despavorida de tu propia habitación, logrando tomar apenas algo de ropa que el enano mas amargado de la humanidad te lanzó desde donde estaba.

Te fuiste teniendo la fuerte y extraña sensación de que aquel sueño en el que Levi había declarado sus sentimientos hacia ti no había sido tan sueño. Esos dos vestidos que él mismo había sacado de los percheros y estaba comenzando a doblar en uno de sus ataques obsesivos/compulsivos eran una prueba fehaciente.

Roulette Of MemoriesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora