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—Mai, tenemos que hablar —Escuché.

Tierra, trágame.

—¿Qué día más bonito hace, no crees, Shoyo?

—Sí, per-

—Vamos a hablar ahora. Y no solo nosotros —volvió a decir.

—Bien —acepté a regañadientes.

Sugawara me arrastró (literalmente) al pabellón de voleibol. Lo peor de todo, fue que lo hizo desde la capucha, así que tenía la venda de la cabeza al descubierto. Que ganas de un cigarrillo, llevaba dos días (o uno) sin fumar.

Al entrar, se nos quedaron mirando. Daichi corrió hacia donde estábamos.

—¿SE PUEDE SABER DÓNDE TE HABIAS METIDO? —Gritó.

—Sawamura, hablar fuera. Sugawara, ve con ellos —Murmuró el entrenador Ukai —después tendremos una charla ella y yo —Continuó. Daichi me agarró del brazo. Gemí de dolor.

Una vez fuera, se hizo silencio. Tampoco se escuchaba sonido alguno desde dentro.

—¿Dónde has estado? —Preguntó Daichi.

—Ya sabes, por aquí —Respondí, mintiendo otra vez. Se que la excusa no serviría de nada, pero podría funcionar. Hay veces, que mentimos sin pensar en las consecuencias. Al inicio no nos damos cuenta de lo que puede pasar, pero cuanto más aumentan las mentiras, peor parados salimos.

—Te dije que dónde has estado.

—Con unos amigos.

—¿Por qué te fuiste?

—Para ir con unos amigos.

—¿Qué has estado haciendo y dónde está tu uniforme?

—He estado con unos amigos —Volví a responder. No quería pensar en lo sucedido el día anterior, primero estaba el encuentro contra esos de Moebius, la pelea, el arresto de Pah... Comencé a notar lágrimas en los ojos.

—Tú uniforme.

—Roto.

Sugawara observaba la escena callado, sin saber que decir.

—¿Cómo se ha roto? —volvió a preguntar Daichi.

—No sé. Se desgarró.

—¿De quién es la ropa que llevas puesta, Mai? —Se metió en la conversación Sugawara.

—De un amigo. ¿Me podéis dejar en paz de una vez? No me apetece hablar.

—¿Te crees que me importa? Mi hermana a estado no sé donde durante un día y no ha dado ni señales de vida, y, de pronto, aparece en la escuela, sin uniforme, con ropa que no es suya y con golpes en la cara.

—Déjame ya, Daichi. No ha sido gran cosa, estoy vivita y coleando. ¿Feliz? Déjame irme de una vez.

—¿Qué no ha sido la gran cosa? ¿Acaso te puedes imaginar lo preocupados que estábamos por ti?

—Vale, supongo que gracias por preocuparos.

—¿Cómo te has hecho las heridas, Mai?

—Me di caí de unas escaleras y me di un golpe —Volví a mentir.

—¿Por qué no nos has enviado ni un mísero mensaje? —Dijo Suga.

—Se me había acabado la batería del móvil... —Joder, necesitaba fumar, pero ya. Comencé a llorar —Lo siento, ¿vale? Siento no haberos llamado o no haberos enviado un mensaje, pero ya está, ¿me puedo ir?

ᴅᴀʏʟɪɢʜᴛ [tokyo revengers and haikyuu]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora