El inicio

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El día que todos temíamos había llegado. La mañana del inicio de los Juegos del Hambre. No había vuelta atrás. Sentía cómo la presión y el miedo se entrelazaban, creando un nudo en mi estómago. El Capitolio nos había preparado con lujo, como si fuéramos piezas de un espectáculo glorioso, pero lo único que tenía en mente era cómo sobrevivir al caos que nos esperaba.

Nos llevaron al centro de lanzamiento, donde las plataformas nos elevarían hacia la arena. La luz fluorescente del pasillo y los susurros apresurados de los preparadores llenaban el ambiente, pero yo no escuchaba nada. Mi mente estaba en Juanjo, en lo que había pasado el día anterior. Desde nuestro enfrentamiento, él había tomado distancia, exactamente como dijo que haría. No habíamos intercambiado palabras desde entonces. Y aunque entendía sus razones, eso no lo hacía menos doloroso.

Concentré mis pensamientos en lo inmediato: el baño de sangre que se avecinaba. El Cornucopia era siempre el lugar donde los más fuertes intentaban imponerse, y los más débiles morían rápidamente. Tenía que hacer un plan, mantenerme alejado de los conflictos directos.

Me encontré con Chiara antes de que nos llevaran a las plataformas. Ella era fuerte y confiable. Sus ojos me buscaban con una mezcla de confianza y determinación.

—Recuerda —dijo, ajustando el cinturón de su traje—, si nos separamos, busca la dirección opuesta a la Cornucopia. Nos reunimos si es posible.

Asentí, agradecido por tener a alguien en quien confiar, al menos por ahora. Sin embargo, sabía que incluso Chiara tenía sus propios intereses. Todos los tenían.

El ascensor me llevó lentamente hacia la superficie de la arena. El silencio antes de que las puertas se abrieran era ensordecedor, una mezcla de terror y expectativa. Cuando la plataforma finalmente se detuvo, la luz natural inundó mi visión. Estábamos al borde de un bosque frondoso, y en el centro se encontraba la imponente Cornucopia, llena de armas, mochilas y suministros. Alrededor, los tributos se levantaban en sus respectivas plataformas.

Observé a Cris y Violeta del Distrito 10, en plataformas más cercanas a la Cornucopia. Cris me miró y me sonrió brevemente, una sonrisa que ahora se sentía fuera de lugar, considerando lo que estaba a punto de pasar. Sabía que él también tendría que pelear por su vida, y esa sonrisa amistosa probablemente sería la última vez que vería algo de humanidad en él.

Mis ojos buscaron a Juanjo casi instintivamente, y lo vi parado a lo lejos, más allá de los otros tributos. Estaba serio, concentrado en lo que tenía que hacer. Evitó mi mirada deliberadamente, lo que solo hacía más palpable la distancia emocional entre nosotros. El Juanjo que conocía había desaparecido, reemplazado por alguien que estaba dispuesto a cortar todos los lazos con tal de sobrevivir.

La cuenta atrás comenzó.

60 segundos.

El mundo parecía detenerse por un segundo. Sentía el latido de mi corazón resonando en mis oídos. Miré alrededor, observando a los demás tributos. Álvaro y Paul estaban más cerca de la Cornucopia, claramente preparados para lanzarse hacia ella. La arrogancia en la postura de Álvaro era inconfundible. Se creía invencible, y quizás, con Paul a su lado, lo era.

A su lado, Ángela se veía completamente enfocada, como si estuviera midiendo cada movimiento antes de que comenzara la acción. De pie junto a ella, Clara, la compañera de Paul, parecía más tranquila, calculadora. Sabía que ellos eran una fuerza a tener en cuenta.

30 segundos.

Cerré los ojos por un momento y respiré hondo, tratando de controlar los nervios. Recordé lo que Chiara me había dicho: alejarse de la Cornucopia y buscar refugio. Sin embargo, sabía que necesitaría suministros si quería tener alguna posibilidad real de sobrevivir. La decisión de si arriesgarme o no me consumía.

The great warDonde viven las historias. Descúbrelo ahora