Regalos

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En este capitulos son tratados temas sensibles como la muerte, si no te sientes comodx con esto, te recomiendo que no lo leas

Nos quedamos en silencio, todos procesando el caos que acababa de suceder. Juanjo seguía tirado en el suelo, intentando soportar el dolor en su pierna. Ruslana y Bea se mantenían a su lado, sus miradas fijas en el horizonte, vigilando cualquier peligro. Sabíamos que no podíamos quedarnos mucho más tiempo ahí.

Entonces, el silencio fue roto por un estallido de furia.

—¡Esto es una locura! —gritó Chiara, su voz temblando de rabia mientras nos miraba a todos con los ojos llenos de frustración—. ¡Nos estamos hundiendo por culpa de estas tonterías! ¡No puedo seguir con esto!

Todos nos quedamos paralizados. Ruslana y Bea intercambiaron una mirada, pero nadie dijo nada al principio.

—¿Qué demonios te pasa? —le dije, demasiado agotado para entender de dónde venía todo ese odio.

Chiara me fulminó con la mirada. La rabia en su rostro era palpable, pero también había algo más, algo que hasta ahora no habíamos visto: resentimiento. No solo hacia mí, sino hacia todos.

—Lo que me pasa es que nos estamos arriesgando por nada. Esto no es una alianza. Es una trampa mortal. —Miró a Juanjo, aún en el suelo—. Tú, siempre metiéndote en problemas, haciendo que todos los demás arriesguemos nuestras vidas por ti.

Juanjo la miró, claramente sorprendido y herido por sus palabras, pero no dijo nada. No tenía fuerzas para discutir.

—Y tú, Martin —continuó, volviéndose hacia mí—, todo esto es tu culpa. Estamos aquí, todos expuestos, porque tú no puedes separar tus sentimientos de la realidad. ¡Esto es una lucha por sobrevivir, no un jodido juego de emociones!

Sus palabras me golpearon como un puñetazo. Intenté defenderme, pero algo en su mirada me detuvo. Era como si hubiese estado guardando esta ira durante mucho tiempo.

—Chiara, cálmate —intervino Ruslana, su tono frío y autoritario—. Todos estamos cansados, pero necesitamos seguir juntos si queremos tener una oportunidad.

—¿Seguir juntos? —Chiara soltó una risa amarga—. Ya no somos un equipo. Ya no confío en ninguno de vosotros.

Empezó a moverse, con una rapidez que ninguno de nosotros esperaba. Fue directamente hacia nuestras provisiones, y antes de que pudiéramos reaccionar, Chiara comenzó a recoger todo lo que teníamos: el agua, las raciones, incluso las vendas que habíamos usado para curar a Juanjo.

—¡¿Qué haces?! —gritó Bea, dando un paso hacia ella, pero Chiara ya estaba moviéndose con una determinación que no habíamos visto antes.

—Voy a sobrevivir, Bea —respondió Chiara con frialdad—. Y no pienso hacerlo con gente que me arrastra a la muerte.

Me giré hacia Ruslana, esperando que hiciera algo, pero ella solo observaba, impasible, como si también intentara procesar lo que estaba sucediendo. Sabía que había tensión en el grupo, pero no imaginaba que esto pasaría.

Entonces lo entendí. No era solo la frustración acumulada de los últimos días. Había algo más. Algo en la forma en que Chiara actuaba, en la desesperación con la que recogía nuestras cosas, y en la forma en que lanzaba miradas hacia los árboles cercanos. No estábamos solos.

—¿Con quién vas? —le pregunté, finalmente poniendo en palabras la verdad que ya empezaba a entender.

Chiara me miró de reojo, y vi la confirmación en su rostro.

—Con alguien que siempre estuvo a mi lado —dijo con voz áspera.

Y entonces apareció. Violeta, que había desaparecido tras la muerte de Cris, salió de entre los árboles. No estaba herida ni asustada como la última vez que la habíamos visto. Estaba tranquila, segura de sí misma, como si todo esto hubiera sido parte de un plan.

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⏰ Última actualización: Oct 02 ⏰

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