Cuando era joven, nunca fui muy bueno con las mujeres, era muy tímido, por lo que mi primera vez fue a los 25 años. Siempre me ponía nervioso cerca a las mujeres. El hecho de ser virgen, hacía que me ponga más nervioso y el pasar de los años no ayudaba, debido a la vergüenza que sentía por aun ser virgen siendo tan mayor.
Cuando estaba en el colegio, conocí a una amiga de mi prima, la cual me gustaba mucho. Salimos unas cuantas veces, pero mi timidez hacía que no me atreviera a declararme. Se llamaba Mia. Era bonita de cara, unos senos grandes y un trasero mediano. Era baja de altura. Pasaron muchas cosas que hicieron que nunca pudiéramos tener una relación.
Pasamos muchos años sin vernos, ya que vivíamos en ciudades diferentes. Yo volvía de vez en cuando a nuestra ciudad, hasta que un día la volví a encontrar. Yo tenía 25 años, seguía siendo virgen, ella tenía 24 y una hija, la cual tuvo un par de años antes con un chico que se desapareció.
Cuando nos volvimos a encontrar, salimos unas cuantas veces e iniciamos una relación a distancia. Fue muy difícil, tratábamos de viajar seguido, pero era complicado.
La historia que les contaré, es de uno de esos viajes.
Mis padres tenían un departamento que usábamos poco, todos vivíamos lejos, pero siempre estaba disponible. Cada vez que iba me quedaba ahí. Le había dejado la llave a Mia, para que pueda verla cuando nadie estaba ahí.
Un viaje que hice, llegué a la ciudad temprano en la mañana. Cuando entré al departamento, me di con la sorpresa de que Mia había ido para esperarme. Y que sorpresa fue. Cuando entré a la habitación, la encontré acostada, con ropa interior de encaje blanco y un babydoll transparente. Estaba acostada boca abajo, con una pierna flexionada, si bien su culo no era grande, se veía hermoso con el hilo de su tanga metido entre sus nalgas. Se había quedado dormida esperándome.
-Buenos días preciosa –le susurré al oído– que bonita sorpresa.
-¡amor! –grito ella levantándose emocionada, para darme un beso en la boca y un abrazo.
-No sabía que ibas a estar acá –le dije.
-Quería esperarte para verte antes de ir a trabajar –respondió.
-¿Vestida así? –le dije mordiéndome el labio inferior.
-Hace tiempo que no nos vemos. Y me dieron ganitas –me dijo con voz tierna.
Me acerqué y le di un beso en la boca, abriéndola y dejando que nuestras lenguas jueguen dentro de ellas. Mis manos se pasearon por todo su cuerpo, desesperados por frotar cada centímetro. Había pasado un mes sin sexo, solo una que otra video llamada erótica. Así que estaba realmente caliente. Comencé a bajar, besándole el cuello, le quite el babydoll y seguí bajando hasta llegar a esas tetas hermosas que tenía., las bese por encima del sostén primero, pero quería saborearlas, así que le desabroché el sostén rápidamente, se lo saque y saltaron dos hermosas tetas, grandes, con pezones y aureolas oscuras.
Sus pezones eran grandes también y estaban bien duros. Me metí lo que pude de sus tetas a la boca y comencé a chuparlas. Les dediqué bastante tiempo a sus tetas, ya que me encantaban.
Después de varios minutos, seguí bajando y le saqué la tanga. Su conchita estaba húmeda, emanaba un olor increíble. Comencé a chuparle la concha, su sabor me encantaba, creo que es la vagina más sabrosa que he probado en mi vida. Luego ella me detuvo y me dijo que me la quería chupar. Me pare y ella me quito el polo, me besaba el pecho e iba bajando. Me quito el pantalón y el bóxer y mi pene salto completamente erecto. Sin demorarse, lo agarro con una mano y lo beso por todos lados, para luego metérselo a la boca y darme una mamada espectacular. No lo hacía muy bien realmente, pero después de un mes sin sexo, la sentí riquísima.