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HARRY

El entrenamiento había terminado y yo salía del hielo cuando Gordon me hizo un gesto para que me acercara.

―¿Qué pasa, entrenador?

―El GM quiere tener una reunión con usted.

Se me revolvieron las tripas. Nunca nada bueno salía de las reuniones con el GM.

―Claro.

―Dúchate y sube a las oficinas.

―De acuerdo.

Una reunión secreta. No me jodas.

Mientras me duchaba, repasé mi rendimiento hasta la fecha. Me esforcé mucho en cada entrenamiento. Estaba aprendiendo el estilo de entrenamiento y el equipo. Por la noche, veía cintas de entrenamientos y partidos antiguos.

Trabajé para estrechar lazos con el equipo.

La unión no iba bien. Estaba dispuesto a salir a tomar unas cervezas con cualquiera que me lo pidiera. El problema era que nadie me lo pedía. Y ellos rechazaban educadamente cualquier propuesta que les hacía para invitarlos a salir. Eran buenos chicos, pero no querían tener nada que ver conmigo.

Echaba de menos a mi antiguo equipo. Mis compañeros habían sido como una familia. Teníamos sinergia dentro y fuera del hielo. Aquí, este equipo sólo se sentía como un trabajo. Y esa actitud se notaba en los partidos. Aún no nos habíamos compenetrado y hasta yo sabía que eso sería un problema.

Ninguno de los otros jugadores me preguntó adónde iba cuando salí del vestuario. Subí a las oficinas de la empresa. La recepcionista me hizo pasar al despacho de Mark Ashford. Gordon ya estaba en la oficina. Me estaban esperando.

―Harry ―me recibió Mark Ashford, el director general, sin sonreír―.

Adelante.

―Gracias ―dejé caer mi bolsa de deporte y bajé a sentarme junto a Gordon.

Mark era una piraña con traje. En el mundo del hockey, todos le temían y lo veneraban. Era famoso por sus implacables recortes en el equipo y no se amilanaba a la hora de tomar decisiones difíciles o de gastar dinero para construir su equipo. El año anterior, los Vancouver Wolves habían ganado la Copa Stanley.

Ahora el Director General se reclinaba en su silla y me estudiaba. Le sostuve la mirada, preparándome interiormente para lo que fuera a decir.

―Gordon y yo estábamos hablando de ti.

―Me lo imaginaba.

―Te ves mejor que bien ahí fuera. Eres rápido. Eres preciso y trabajas duro.

―Gracias.

Sostuvo la mirada con Gordon demasiado tiempo para mi gusto.

―¿Cómo crees que te llevas con los chicos?

―Todavía nos estamos tanteando.

―¿Sientes que te estás uniendo?

―Ya llegaremos a eso.

Ashford se inclinó hacia delante y me miró fijamente.

―¿Sabes por qué te traspasaron a los Vancouver Wolves?

Sacudí la cabeza.

―Hice una apuesta con Paulson, tu antiguo director general en Los Ángeles, y perdí la apuesta.

Se me cayó el estómago.

―¿Cuál era la apuesta?

―El ganador elegía el intercambio y el perdedor tenía que aceptarlo.

Meet me in the Hallway || PAUSADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora