Capitulo 48

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Narra Cami:

Fuimos a la casa de Felipe.

No estaba mal o bueno, sí.

Estar a solas con él en su casa, está mal. Para mí, sí.

Con las ganas que tengo de llorar contra su pecho, decirle que lo quiero y que no se aleje nunca de mí. Si está bastante mal.

Sólo espero no derrumbarme.

Subimos a su habitación y nos sentamos en su cama.

Feli se veía tan tranquilo y eso me frustraba.

Ninguno de los dos dijo nada.

Se que en parte el tiene la culpa, pero yo también hice que estuviéramos así. Yo le dije que todo fue un error. Yo hice que se fuera de mi lado. Así que lo arreglo yo.

"No esperes que todo lo haga Feli"

-Y cómo te fue en California?- dije

-Muy bien- dijo

Me quedo callada.

Está tan desinteresado.

Lo siento lejos, muy lejos. Incluso ahora
que estamos tan cerca.

-Te dije que te ves hermosa con ese vestido?- pregunto y senti mi corazón
acelerarse

Sonrei como tonta.

-Gracias- le dije mirándolo fijamente y
teniendo valor me acerque a darle un beso en la mejilla, pero él se quitó y se levantó

Y eso era justo lo que no quería. Sentirme rechazada.

Me siento como una estúpida niña pequeña, avergonzada, con miedo y ganas de llorar.

Es como si todo lo que alguna vez sintió Feli, desapareció.

Me daban ganas de llorar y gritarle, porque mis sentimientos seguían vivos.

Tal vez fue una mala idea venir aca. Tal vez fue una mala idea rogarle como una niña que me sacara de ahí, sólo para estar con él.

Tal vez fue una mala idea estar con él.  Tal vez fue una mala idea enamorarme de él.

-Es mejor que me lleves a la fiesta- dije con la voz entrecortada

No queria llorar, pero era inevitable.

Él estaba feliz de verme así, suplicándole, después de todo lo que pasó.

-Te dije que no era una buena idea- dijo seco

¿Es que acaso no tiene sentimientos?

¿Qué le pasó a mi Feli? ¿Dónde está?

Porque este no me gusta.

-Entonces enséñame, Felipe- grite- enséñame a ser como vos, enséñame a
olvidar a las persornas tan rápido y a no sentir nada

Me acerqué a él y empecé a pegarle en el pecho.

-Sos un imbécil y ojalá nunca hubieses aparecido en mi vida- dije- te odio

Estuve unos segundos desahogando mi dolor en su pecho.

El sólo me acurrucó en sus brazos y me escuchó chillar como una niña pequeña.

Odio estar así. Odio ser siempre la chica
débil. Odio acabar de perder toda mi
dignidad.

Me alejé lentamente y lo miré.

No podía leer su expresión.

No sé qué siente. No sé qué quiere.

Lo que me hace sentir mucho más impotente.

Eres mía, princesaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora