Capítulo 26

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— Tranquilo, Karma, te ves bien, no hay nada malo con tu apariencia — Karma trataba de convencerse mientras se miraba al espejo por décima vez consecutiva.

Era 24 de Diciembre, y pasaría noche buena y navidad con la familia de Terasaka...

Estaba por morirse de los nervios.

Se observó nuevamente en el espejo, terminando de acomodar su ropa y observando que el maquillaje en su rostro se viera lo más natural posible. No dejaría que la familia de su pareja lo viera con tremenda cara de mapache luego de algunos días sin dormir realmente bien.

— Bien... todo está bien —.

Tomó su mochila y la colgó en su hombro, tomó su teléfono celular y salió de su habitación, caminando por los desolados pasillos de su hogar.

Te ves bien... te ves bien... no hay nada malo con tu apariencia... —.

Cerró la puerta de su casa con llave, comenzando a caminar por las calles de la ciudad hasta llegar a la estación del metro. Y con un suspiró, entró al tren que lo llevaría más cerca de la casa de su pareja.

El trayecto fue corto y llegó en menos tiempo de lo esperado, ahora sólo le quedaba reunir la valentía para seguir con su trayecto.

~ • ~

Y ahí se encontraba, tocando con inseguridad el timbre de la casa, donde en el interior se escuchaba la música navideña, y las risas y gritos de los niños.

— ¡Voy! —.

Detrás de él, fuera del porche, la nieve caía suavemente sobre el pavimento, algunas personas caminando por las calles, solos, en familia o con sus parejas... sólo calma y felicidad.

...en su mayoría.

— Karma, llegaste —.

— Hola, Ryoma — Sonrió ligeramente, acercándose y abrazando a su pareja.

Terasaka correspondió el abrazo de manera rápida, para después separarse y tomarlo de la mano.

— Vamos adentro —.

Karma asintió, entrando detrás de Terasaka. Su abrigo y bufanda fueron tomados y puestos en el perchero del pasillo. Con pasos vacilantes caminando al lado de su novio, mientras escuchaba como las charlas y risas sonaban más fuertes conforme se acercaban a la puerta de la sala de estar.

Y finalmente.

— Padre, madre, les presento a Karma —.

— Mucho gusto. Karma Akabane — Hizo una reverencia. Incluso sí se estaba muriendo de los nervios, lo iba a disimular lo más que podía.

— Así que tú eres el dichoso Karma. Nuestro hijo nos ha contado mucho sobre ti — La madre de Terasaka fue la primera en acercarse, sonriendo cálidamente — Shiranui Terasaka, encantaba de conocerte —.

— Me alegra conocer a la pareja de nuestro hijo. Matsuko Terasaka, un gusto — Fue el patriarca de la familia el que habló después, estrechando su mano con la de Karma.

Los trillizos se acercaron corriendo, riendo y colocándose frente a Karma.

— ¡Yo soy Konoko! —.

— ¡Yo Kanako! —.

— ¡Y yo Kanoko! — Se presentaron.

— Karma–nii, ¿qué le viste a nuestro herma–? — Konoko y Kanoko recibieron un golpe en su cabeza por parte de Ryoma, y aunque Kanako se salvó, igualmente decidió guardar silencio... por el momento.

— Karma Akabane... — Akame murmuró el nombre, acercándose, en su mano su teléfono y la otra mano en su chaqueta.

Karma y Akame se miraron fijamente. Se habían conocido hacia tiempo sólo por una llamada donde Karma estaba hablando con Ryoma y la escuchó a ella regañándolo. Y luego, simplemente comenzaron a hablar, más no se habían visto en persona hasta ahora.

— Me gusta tu estilo —.

— Me gusta el tuyo —.

~ • ~

— No es algo tan lujoso o elaborado, pero esperamos que te guste — Shiranui sonrió levemente, sirviendo la comida.

— No se preocupe, se ve delicioso. Muchas gracias por la comida — Karma sonrió, se le hacía agua a la boca el sashimi y yakitori servido.

A su lado izquierdo estaba Ryoma, del otro Akame, y frente a ellos los trillizos.

— ¡Sashimi! —.

— ¡Yakitori! —.

La cena comenzó sin contratiempos, la familia Terasaka hablando de diversas cosas, riendo y con los trillizos haciendo bromas. Karma se sentía cómodo en ese ambiente... cálido y acogedor...

Pero también se sentía agobiado.

¿Cómo podían ser así? ¿Actuar con total naturalidad y reír de manera genuina? ¿No tenían problemas? Se veían tan felices, tan cómodos...

No pertenecía.

— Konoko, pasáme la sal —.

— ¡Ya voy, papá! —.

Algo simple, sencillo y que todos podrían hacer. Pasar la sal, ¿qué era lo peor que podía pasar?... nadie se preguntaba eso, cuando por un mero accidente, se había convertido esa acción en algo más.

— ¡Perdón! — Konoko dijo, pero pronto comenzó a reír.

Kanako y Kanoko también comenzaron a reír, Akame regañándolos junto con su padre, mientras que Shiranui se levantó apresurada.

— Karma, disculpanos, te traeré una toalla —.

— A–Ah, n–no se preocupe — Karma sonrió apenado, pero se veía en su mirada el dolor que sentía por el chocolate caliente sobre sus piernas.

— ¡Idiota, ten más cuidado! — Ryoma gruñó, regresando después su atención a su pareja — Ignoralos, son sólo unos idiotas. Traeré algo — Dijo, y tan rápido como había sucedido todo, fue igual de rápido para seguir a su madre.

— Agh, estos idiotas... — Akame murmuró, regresando su mirada a su teléfono celular — Te acostumbraras —.

— Konoko —.

— ¡Ya me disculpé! — Respondió ante la mirada de su padre.

~ • ~

— Akabane–kun, en serio lo sentimos — Shiranui se disculpó nuevamente, mientras que Terasaka le pasaba unas toallas a Karma.

— En serio, no hay problema — Karma negó con su cabeza, con una sonrisa y mirada apenada, colocando una de las toallas sobre sus piernas... al menos el ardor y el sentimiento de estarse quemando ya había pasado, ahora sólo quedando un ligero pero soportable dolor.

— ¿Estás bien? — Ryoma preguntó en voz baja, sólo para el pelirrojo.

— Sí, lo estoy. No te preocupes, Ryoma — Sonrió levemente, pero sin saber cómo aliviar la tensión que ahora había en el ambiente.

Un suspiro tembloroso salió de sus labios.

La cena siguió, los adultos tratando de romper el hielo nuevamente. Los trillizos comenzaron a reír y bromear, a veces seguían la letra del villancico que se escuchaba de fondo. Akame en su móvil.

Karma y Ryoma... ellos de vez en cuando siguiendo la conversación de los adultos, tratando de olvidar el incidente.

— Ryoma... —.

— Tranquilo... estoy aquí —.

Sus manos entrelazadas debajo de la mesa.

De otro cuento de hadasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora